Huancas, un paréntesis en el tiempo
Los ruteros conviven unas horas con un pueblo de origen quechua a las afueras de Chachapoyas
HUANCAS (PERÚ)Actualizado:Un pueblo desplazado por los incas del centro al norte del Perú que no tiene nada pero que da todo al visitante. Huancas recibió con los brazos abiertos a los expedicionarios de la Ruta Quetzal BBVA. A escasos diez kilómetros de Chachapoyas, la capital de la región del Amazonas, los ruteros pudieron convivir por unas horas con una cultura totalmente distinta a lo visto hasta ahora en el Perú. "Es como si en Huancas se hubiera parado el reloj", se escuchó al rutero de Vitoria Bernat Lizaso en la recepción que el alcalde ofreció a la expedición, en una plaza del pueblo a la que acudieron buena parte de los locales.
En Huancas todo el diferente a los pueblos y ciudades por las que ha pasado la Ruta. La vestimenta, el diseño de las casas, la comida, la artesanía y especialmente su gente. Sus rostros están visiblemente castigados. Como si todavía pesara en ellos el trauma que supuso abandonar sus tierras en el centro del Perú y tener que huir de los incas hacia al norte. El pueblo de Huanca, de origen quechua, quedó desubicado y se vio obligado a bajar los brazos ante el empuje de los incas. Pero todavía fue capaz de levantarse. Y hoy subsiste con lo que poco -o mucho- que le da la tierra.
En Huancas no es visible la pobreza como en otras muchas parte del Perú. Nunca falta un plato de sopa de maiz como el que pudieron almorzar los ruteros o unas patatas hervidas al carbón. Lo de Huancas fue un ejercicio etnográfico en toda regla. El subdirector de la Ruta, Andrés Ciudad, se mostró "especialmente orgulloso" ante la posibilidad de que los jóvenes pudieran vivir una jornada en Huancas. Y éstos respondieron al volcarse con los locales. Se sacaron fotografías, jugaron con los niños y volvieron al campamento con una sonrisa en la boca. Nadie se acordó de las agujetas que había dejado la interminable marcha de la víspera a la catarata de Gocta. Es lo que tiene la Ruta. No hay un día igual y todos son para guardar.
La visita a Huancas permitió que los ruteros aprendieran cómo trabajan el barro en este pueblo. Cuatro zonas diferenciadas y repartidas por el pueblo llevaron a los jóvenes desde el punto en el que se muele la piedra y la greda hasta el momento en el que las piezas de barro son cocidas al fuego. La rutera María Hernández, de Toledo, no tuvo ningún problema para descalzarse y emular a los locales en la creación de la masa de barro al fusionar la piedra molida con la tierra y el agua sobre una piel de vaca. Y así uno tras otro fueron pasando por las distintas zonas. Nadie quería irse de Huancas, pero el programa manda.
Concierto del coro
El coro de la Ruta Quetzal BBVA, integrado por una treintena de ruteros, ofreció el primero de los recitales que le esperan en esta aventura. En la catedral de Chachapoyas, los dirigidos por el exrutero Borja Juan Morera, interpretaron piezas de la película La Misión y canciones de origen quechua. Guitarras y violines llevaron al éxtasis. El éxito fue rotundo. Disfrutamos tanto que se hizo corto. La primera hora libre desde que ha empezado la Ruta Quetzal puso fin a la jornada. Los ruteros se lanzaron en avalancha a las tiendas de souvenirs, a los locutorios y a las pastelerías. Las calles de Chachapoyas se tiñeron del color crema que tienen las camisetas de los ruteros y de paso inyectaron unos cuantos soles en la economía local. Espera el pueblo de Zaña.