pan y circo

Inflexión

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Mucho me temo que ni siquiera ese cambio de dirección que, durante varias semanas, nos están vendiendo, constituya un estímulo suficiente para producir la inflexión en la trayectoria descendente del club amarillo. Hemos de reconocer que el proceso de degradación económica, deportiva y social que, durante las últimas temporadas, ha sufrido la entidad ha mermado hasta grados ínfimos su credibilidad. Ya no son válidas las buenas intenciones, los proyectos ambiciosos ni las metas ilusionantes. En este momento ni siquiera serán suficientes los fichajes de jugadores para sacudir la creciente epidemia de apatía: esa indiferencia que es consecuencia del convencimiento generalizado de una manifiesta debilidad.

No podemos olvidar que el sufrimiento es soportable cuando es el precio inevitable para alcanzar algún beneficio, pero carece de sentido cuando hemos llegado a la conclusión de que es inútil. En mi opinión, la atonía actual de la afición es más peligrosa que aquella indignación que, en otras situaciones, provocaban las derrotas; esta falta de tensión puede ser, a mi juicio, una de las amenazas más graves para que alcancemos los objetivos tan ansiosamente deseados por todos: el ascenso a la Segunda División. Por muchas cuentas que hagamos, el triunfo final solo se logrará -es una obviedad- alcanzando una suma total de puntos más elevada que la que consigan los demás adversarios. Mucho me temo que, una vez más, se intente acallar las voces de protesta con promesas vacías o, lo que sería más triste, dirigiendo los dardos con quienes no han sido los verdaderos responsables de un nuevo y posible desbarajuste. Hemos de reconocer que la mezcla de impotencia, de tristeza y de indignación que experimenta la afición cadista en estos momentos es una reacción fácil de prever tras la nefasta temporada recién concluida. Sin ser pájaros de mal agüero, no fue demasiado arriesgado imaginarse este amargo desenlace.