CHANG
Actualizado:Hace poco acudí en Barcelona a la apertura de una tienda de ropa perteneciente a una cadena estadounidense de moda rápida, esa que igual que el 'fast food' se consume con meteórica voracidad y a bajo coste. La anfitriona de la inauguración era Linda Chang, la hija del dueño. O por traducirlo al castizo, una especie de Marta Ortega a la oriental, pero criada en Los Ángeles. El papá de Linda, el señor Chang, es ahora mismo el propietario de un emporio que se expande a una velocidad semejante a la del universo y por un espacio casi igual de inabarcable. Uno de esos tipos que hoy los ves con una tienducha de nada y mañana te los encuentras en la lista 'Forbes'. Y todo gracias a una fórmula comercial tan aparentemente sencilla que nos deja a los demás preguntándonos: ¿Por qué no se me ocurriría a mí? Ignoro cuál es la clave de su éxito, pero sospecho que algo tiene que ver con la promesa de la eterna juventud. Es decir, con lo que han cacareado siempre vendedores de elixires y crecepelo, solo que en una nueva versión. No por casualidad, el nombre de esta cadena de tiendas es 'Forever 21', lo cual en traducción libre al castellano vendría a ser: 'Por siempre veinteañera'. Todo un sueño, porque la juventud junto con la delgadez son las dos puntas del eje sobre el que gira hoy la moda. De ahí que las modelos de pasarela sean casi unas niñas y estén tan escuálidas. Pero aún hay un tercer elemento: la ambigüedad, aunque esta, por suerte, se da más en la alta costura que en la 'fast fashion'. Algunos diseñadores, normalmente los más aclamados, sueñan con una mujer imposible: sin pecho ni caderas (y sospecho que sin hormonas femeninas ni regla). Y acaban de encontrar su cuadratura del círculo en un chaval australiano de origen bosnio llamado Andrej Pejic, que ya ha desfilado luciendo la colección femenina de, por ejemplo, Jean-Paul Gaultier. Pejic (o Pellejic, dada su delgadez) es la prueba evidente de que la mujer ideal para la que diseñan muchos 'cracks' de la moda es sencillamente... Un hombre.