LA BAHÍA DEL DOLOR
Actualizado:Cuando el economista Paul Krugman habla del «Comité del Dolor» para referirse a la Reserva Federal y el Banco Central Europeo y sus recetas en beneficio de los banqueros, parece que estuviera pensando en nosotros. Qué más sufrimiento que este que el capitalismo sin corazón, la deslocalización, la crisis, nos está causando a la Bahía de Cádiz. Más aún, parece un caso de ensañamiento: un día se anuncia que Airbus va a mandar carga de trabajo para la planta de El Puerto, el CBC, y al día siguiente, a unos cientos de metros, en la fábrica de componentes automovilísticos Cádiz Electrónica, filial de Visteon, se produce la debacle y 396 familias se ven en la calle sin previo aviso. Incluso con alevosía: trabajaban con normalidad, como cualquier jueves, y se cortó la luz. No se habían ido los fusibles, se acababan de volatilizar sus empleos. Crueldad intolerable, indignante. Y, como no podía faltar en este permanente guión de 'Inside Job' en que vivimos, hay al frente de la multinacional un alto directivo americano, rubio y con sonrisa reluciente, que resulta ser el mejor pagado del mundo en el sector del automóvil.
El cierre fulminante, presentado como inapelable, de la factoría portuense parece una segunda edición del cerrojazo de Delphi, aunque con la diferencia de que aquí la empresa no había recibido ayudas públicas recientes, lo que reduce el margen de maniobra de las autoridades para intentar reconducir la decisión empresarial. Con la diferencia, también, de que el contexto económico es radicalmente distinto de entonces, cuando se hablaba de que España era la maravilla del orbe. Ahora, la crisis nos sitúa al borde del precipicio y con medio cuerpo fuera. También es complicado que en este momento los trabajadores consigan el mismo trato que la Junta dio a los exempleados de Delphi, aunque debería explicar por qué. Pero sobre todo, a los de Visteon les resultará más difícil encontrar otro empleo. Con una tasa de paro del 30%, no hay inversiones nuevas a la vista, no vienen empresas, no cuajan las de reciente implantación, no prosperan los planes de reindustrialización.
Escribo aún en caliente sin saber bien a qué obedece esta decisión, pero con muy malas vibraciones, porque el sector automovilístico en España sortea con eficacia la crisis (Ford en Almusafes, Renault en Valladolid, Opel en Zaragoza) y porque la empresa, tras anunciar el cierre de la planta gaditana, asegura que las otras cinco que tiene en España seguirán operativas con normalidad.
Varias voces, desoladas, he oido estos días hablar de la necesidad de que hagamos un serio ejercicio de reflexión para saber por qué nos pasa esto con una frecuencia que ya resulta aplastante: los empresarios, los sindicatos, los políticos, incluso los medios de comunicación. Los agentes sociales hace años que llamaron a ese pacto de regeneración para alejar la imagen de la conflictividad que espantaría inversionistas, pero en vano. La política tiene que tomar las riendas, llegar al fondo, actuar, rectificar. Hasta ahora no ha cosechado muchos éxitos.