Los parlamentarios que menos cobran
Ingresan cada mes menos de la mitad del salario de un legislador británico y dos veces menos que un alemán, un francés o un italiano Los sueldos de los diputados y senadores de las Cortes españolas son los más bajos de Europa
MADRID. Actualizado: GuardarLos políticos son el centro de las iras de muchos ciudadanos golpeados por la crisis, son la tercera preocupación de los españoles y no son pocos quienes están seguros de que los miembros del Congreso y del Senado son unos privilegiados. Diputados y senadores alegan en su descargo que tienen los sueldos más modestos de Europa, niegan gozar de prebenda alguna y coinciden en afirmar que ser parlamentario en España no es un chollo.
Pero conscientes también de la necesidad de hacer un guiño y evitar que paguen justos por pecadores, ambas cámaras han pactado esta semana un paquete de medidas para terminar con el puñado de casos de pluriempleo entre sus señorías, decidieron hacer 'striptease' con la publicación de todos sus bienes en la página web y acordaron acabar con los complementos para elevar la jubilación de parlamentarios que no han cotizado suficiente.
Emilio Olabarria, diputado del PNV, catedrático de Derecho y funcionario en excedencia, asegura que «podría ganar al menos lo mismo fuera de aquí, en mi tierra, con menos preocupaciones y cerca de mi familia, pero creo en este trabajo y en el compromiso con mi partido, mis ideas y los electores». Vicente Martínez-Pujalte, parlamentario del PP, doctor en Ciencias Económicas y técnico en excedencia de la Cámara de Comercio de Valencia, transmite idéntico mensaje: «Llevo 17 años en el Congreso y el primer sueldo que cobré aquí era inferior a mis ingresos del mes anterior».
Su alegación es cierta. El sueldo de un parlamentario español es de 3.684,43 euros brutos al mes y sin pagas extra si es residente en Madrid, y de 4.637,73 si se tiene que desplazar desde otras comunidades, que es el caso del 70% de ambas cámaras. Los portavoces y miembros de las mesas del pleno y las comisiones tienen complementos, y el sueldo del presidente, el más alto, es de unos 9.000 euros brutos. Desde 2008 por la crisis, estos salarios están congelados y el año pasado se rebajaron en un 10%. Cuentan con 250 euros al mes para taxis, un ordenador portátil y un teléfono móvil. Los diputados de provincias tienen pagados todos sus desplazamientos a Madrid.
Será difícil de creer para algunos, pero es quizás el sueldo más bajo de los parlamentarios de Europa, incluso menor que el de Portugal. Los diputados británicos cobran el doble y los italianos, alemanes, franceses o los del Parlamento europeo hasta el triple, además de tener en algunos casos suculentos fondos de pensiones y sistemas de jubilación o de cesantías muy privilegiados.
La austeridad no solo se nota en los salarios. Las Cortes españolas tienen las ratios de funcionarios y asistentes técnicos por parlamentario más bajas de Europa, 1,26. Son inferiores a las de Portugal, y tres y hasta cuatro veces más reducidas que las de las cámaras de los países citados o las de Bélgica o Grecia.
Los diputados consultados coinciden. Los ciudadanos tienden a reducir la labor parlamentaria a las imágenes del pleno, pero no cuentan con las jornadas diarias de trabajo técnico y de despacho, con los debates en comisiones, ni con las reuniones de partido ni con los actos, reuniones y visitas que los viernes y sábados, y a veces domingos, mantienen en las circunscripciones.
«Siete años sin vacaciones»
Olabarria ilustró con su ejemplo la carga de trabajo que soportan especialmente los grupos pequeños. «Ahora estoy con la elaboración de 15 leyes y pertenezco a diez comisiones». «Llevo siete años casi sin vacaciones», comentó Francecs Vallés, diputado socialista y doctor en Derecho Constitucional. Vallés une a su escaño ser presidente de la Comisión del Estatuto del Diputado, la que controla las incompatibilidades, formar parte de la dirección del PSC y ser miembro de la Diputación Permanente del Congreso, que se reúne incluso en agosto.
La queja de sus señorías es unánime. «Debería haber más respeto y consideración para el trabajo de los parlamentarios», cree Vallés. «Ser diputado es algo honorable y hay que reivindicar la dignidad de este trabajo», apoya Olabarria. Tanto ellos como Pujalte lamentan que la dedicación y el compromiso de la mayoría se tiren por el suelo por las irregularidades de unos pocos.
Vallés quiso dejar una reflexión. Cree que sería bueno aparcar la demagogia con los salarios de los parlamentarios y evitar una aplicación radical del principio de «dedicación absoluta», con solo excepciones razonables, porque si no, «ningún profesional valorado o de valía va a querer venir aquí». «Debemos preguntarnos qué democracia queremos y qué parlamento queremos, si es que queremos que la función representativa se ejerza con dignidad y que interese a los mejores», avisó.