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La escritora y pedagoga Maria Vallejo-Nágera, una asidua de Medjugorje. :: PACO TORRENTE/EFE
Sociedad

«Un rocío de amor me cayó encima»

Maria Vallejo-Nágera asegura que experimentó una conversión en su primera visita a Medjugorje

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Maria (así, sin acento) Vallejo-Nágera, (Madrid, 1964), tercera hija del psiquiatra y escritor Juan Antonio Vallejo-Nágera, está hoy en Medjugorje. Su madre, María Victoria, acaba de morir esta semana tras 30 años de lucha contra el alzheimer, «30 años de grandes y pequeños regalos», como dice la novelista y pedagoga. Cada poco, Maria regresa al lugar de su «conversión», para charlar con la vidente Marija Pavlovic de su «descubrimiento», de ese «enamoramiento» por Jesús que obtuvo junto a la Gospa y que le acompaña desde entonces.

Sucedió el 9 de mayo de 1989. Maria vivía en Londres donde unos amigos anglicanos la animaron a acompañarles a las montañas de Bosnia-Herzegovina. «Yo era incrédula, tibia. Había escrito una novela crítica con la Iglesia, en la que me burlaba de los sacerdotes y de mi fe. El primer día en la iglesia-recuerda- fue muy aburrido. Hice fotos, me comporté como una maleducada, sin respetar a los sacerdotes. Pero Dios me tenía preparada una gran sorpresa», dice, dejando un punto de suspense en el aire.

«Al salir nos dijeron que el vidente más joven, Jacov Colo, iba a dar testimonio de su fe. La propuesta me atrajo; como mujer, la curiosidad me pilló. Tras pasar las largas filas de confesionarios en un día primaveral, necesité mirar al cielo. Perdí conciencia del espacio, dejé de ver a mis amigos... El espacio y el tiempo se pararon durante unos tres segundos. Noté un inmenso amor de Dios, como si un rocío de amor me cayera encima para clavarse en mi corazón. Nunca me sentí tan amada. Noté un amor en el corazón como no lo había sentido nunca. Supe que era el amor de Dios».

Maria escribiría poco después una novela, 'El castigo de los ángeles', basada en algunas vivencias experimentadas por la autora en un viaje a Bosnia, en 1991, en plena guerra de los Balcanes. Un tremendo contraste con la situación vivida en Medjugorje pocos meses antes. «Allí supe -recuerda- cómo me amaba Dios. También descubrí que Dios amaba así a cada persona sobre la Tierra. Fue una conversión, un momento mágico y sobrenatural: Dios entró en mi corazón», recuerda.

«Atracción profunda»

Aquello alteró sus planes. Todos sus planes. «Mi vida cambió radicalmente. Me enamoré de la misa, fue una atracción profunda. Mis pies me empujaban en Londres hacia la iglesia. Pero he notado que llegar a ser santo es algo muy difícil; he tropezado millones de veces en estos años de conversión», subraya.