El nuevo diputado general de Guipúzcoa, Martín Garitano, se dirige a los miembros de la cámara. :: JOSÉ MARI LÓPEZ
ESPAÑA

Bildu llega al poder sin exigir la disolución de ETA

El nuevo diputado general de Guipúzcoa insta al Ejecutivo y a la organización criminal a negociar en su primer discurso El Gobierno cree que se abre una «fase definitiva» para el fin del terrorismo

SAN SEBASTIÁN / MADRID. Actualizado: Guardar
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Bildu ya controla Guipúzcoa y no hubo un solo gesto en el discurso del nuevo diputado general, Martin Garitano, que permita pensar que presionará desde el cargo para la disolución de ETA. En casi ocho horas de pleno, el dirigente de la izquierda radical vasca obvió las exigencias del resto de los grupos para que lanzara un mensaje inequívoco a la organización terrorista y exigiera el fin de la actividad criminal. Y, sin embargo, a juicio del Gobierno, su llegada a esta importante institución -que maneja 4.287 millones de euros y tiene grandes competencias en materia fiscal y de infraestructuras- es una señal que invita al optimismo.

El ministro de Presidencia, Ramón Jáuregui, lo hizo ver así unas horas antes de que Garitano saliera elegido con el apoyo de los 22 junteros de su formación y el de la representante de Aralar, Rebeka Ubera. En una entrevista en Radio Euskadi, afirmó que este nombramiento «supone que probablemente hemos entrado en una fase distinta y quizá definitiva para el fin de la violencia». Ahora bien, también advirtió de que si finalmente Bildu acaba comportándose en el día a día como un «complemento del terror» será ilegalizada.

La primera actuación de Garitano se quedó, desde luego, lejos de las expectativas del resto de las fuerzas políticas. No solo evitó citar a la banda en su intervención inicial y el turno de réplica sino que cuando, al fin, utilizó el nombre de ETA fue para pedir que negocie con el Gobierno y que pacten «pasos» para «superar las consecuencias del conflicto».

El dirigente de Bildu dejó claro que uno de los pilares de su proyecto pasará por buscar «la superación definitiva del conflicto» desde las instituciones e intentar darle una «solución política» en la que «todos salgamos ganando» porque, hasta la fecha, alegó, «todos hemos perdido». Incluso invitó al PP a actuar con «valentía» para «enrolarse en la singladura de la paz». La contestación de Juan Carlos Cano no dejó lugar a dudas: «Manda huevos, como diría mi compañero Trillo. Sea valiente usted y pida a ETA que desaparezca». En lo mismo insistieron, sin el más mínimo éxito, PSE y PNV. Eso fue, de hecho, en lo único en lo que estuvieron de acuerdo.

La relación de los nacionalistas y los socialistas vascos ha sido clave para que Garitano, que fue subdirector del diario 'Gara', se hiciera con el timón de la provincia. El PNV propició la salida de Odón Elorza de la alcaldía de San Sebastián y el gobierno de Bildu tanto en este ayuntamiento como en Andoain, Rentería y Lasarte. Y el PSE se negó, en consecuencia, a apoyar al candidato del PNV, Markel Olano, con el apoyo explícito de la dirección federal de los socialistas en Madrid, es decir, de José Luis Rodríguez Zapatero.

Hito histórico

El resultado salta a la vista. Por primera vez, la izquierda abertzale accede al poder foral, un sillón que sumará al centenar largo de ayuntamientos que controla en los tres territorios y en Navarra y que certifica su casi absoluta hegemonía institucional en Guipúzcoa. Hace poco más de un mes la legalización de Bildu, en la que también se integran EA y Alternatiba, estaba en el aire y ahora es la gran protagonista de la política vasca. Un hito histórico que no quisieron perderse algunos de los principales dirigentes de la antigua Batasuna, como Rufi Etxeberria o Joseba Permach, que siguieron el larguísimo pleno desde la tribuna de invitados con evidente satisfacción.

Ante ellos, Garitano habló de hacer frente al «sufrimiento de todas las víctimas» y de atender la «cuestión de los presos», sin hacer distingos entre ambas materias. «Trabajaré por la desaparición de todo tipo de violencia, amenaza, acoso, detención y tortura», avanzó, antes de apuntar que la receta para lograrlo es practicar el diálogo para salvar «la lejanía, las distancias y la falta de conocimiento mutuo».

La candidata socialista, Rafaela Romero, le recordó después que su partido suscribió ayer mismo una iniciativa en el Parlamento vasco contra la tortura, mientras Bildu no es capaz de pedir el fin de ETA «para que yo pueda vivir en paz».

Pese a todo, Garitano se esforzó en proyectar una imagen amable y dialogante, aunque es cierto que no concretó excesivamente sus planes, al margen del «conflicto». Abogó por dar una «solución social» a la crisis económica y garantizar la participación ciudadana y la igualdad entre hombres y mujeres. Además, tendió la mano a PNV y PSE para alcanzar acuerdos a lo largo de la legislatura, de forma «preferencial» con los nacionalistas y «puntual» con los socialistas.

Hay que tener en cuenta que Bildu gobernará Guipuzcoa en minoría pero lo que pueda hacer mantiene en vilo a toda la sociedad vasca y, de maneral especial, al mundo empresarial. No solo por lo relativo al terrorismo, también por los cambios derivados de su gestión de los recursos públicos. De momento, se opone al puerto exterior de pasajes. «Los ciudadanos y no el cemento serán el eje de nuestra política».