No alimenten a los jarawa
Les engañan con dulces y luego les sacan fotos. Lo último en safaris es 'cazar' a tribus aisladas
Actualizado:La forma más habitual de atraer a los jarawa es ofreciéndoles galletas y dulces. A los más pequeños les seducen especialmente las chucherías que los visitantes lanzan desde los taxis y vehículos de las empresas de excursiones que frecuentan su reserva. La irresistible atracción de la golosina permite fotografiarlos y filmarlos sin problemas, a pesar de que algunos han resultado atropellados al invadir la calzada. La prudencia recomienda que no se alimente a los animales que habitan los parques naturales y un puñado de derechos humanos exige que no se moleste a los últimos jarawa. Porque no se trata de ninguna especie de animal exótico, sino de los miembros de una tribu, habitante primigenia de las islas Andamán, que ha permanecido aislada de la civilización hasta prácticamente el siglo XXI. La ONG Survival International ha pedido el boicot de la carretera que atraviesa el territorio, una vía ilegal que ha permitido la fácil incursión en su interior y la consiguiente explotación de todos los recursos naturales, incluida la dignidad más básica.
Los safaris humanos se han convertido en un aliciente para los turistas que arriban a Port Blair, la capital de un archipiélago situado al este del subcontinente indio, en pleno golfo de Bengala, y dependiente políticamente de Nueva Delhi. Las autoridades locales han desoído la sentencia del Tribunal Supremo que impone el cierre de la Andamán Trunk Road debido al grave peligro que supone para la supervivencia de los 365 miembros de esta comunidad. La ruta ha permitido la introducción de colonos, madereros y cazadores furtivos, empeñados en el expolio de una selva tropical que constituye el mayor ecosistema natural de todo el enclave.
No se trata de una anécdota. La presencia de extraños armados con cámaras digitales no solo altera sus costumbres, sino que también constituye una amenaza para su salud. Los foráneos pueden trasmitir enfermedades capaces de diezmarlos por la escasa resistencia de su sistema inmunitario, tal y como ocurrió con un reciente brote de sarampión.
Los jarawa cazan cerdos y lagartos, capturan peces con arcos y flechas y recolectan semillas, bayas y miel. Son nómadas y su presencia se remonta, posiblemente, al Neolítico, cuando llegaron desde la costa oriental de África. La tribu consiguió preservar su identidad y autonomía frente a la colonización británica y la posterior invasión de pobladores indios, hoy convertidos en una inmensa mayoría. A lo largo de ese proceso otros grupos indígenas han resultado extinguidos, caso de los jangil, a principios del siglo XX, o los bo, cuya última representante falleció hace un año. Además de los jarawa, en las Andamán permanecen los sentinelese, los onge y los gran andamanese, un grupo que cuando fue contactado hace dos centurias superaba los 10.000 integrantes y hoy no alcanza los 40 miembros.
90 millones en la India
La India cuenta con noventa millones de indígenas. A pesar de que se han aprobado medidas de preservación, la clase política aún hace gala de una manifiesta falta de sensibilidad al respecto. El pasado año, Bishnu Pada Ray, diputado de las Andamán, demandó la construcción de una línea de ferrocarril que facilitara la explotación económica del territorio jarawa y propugnó destetar a los niños jarawa e integrarlos forzosamente en la cultura mayoritaria. Esta política, aplicada con anterioridad en Australia, Canadá y Estados Unidos, ha comportado consecuencias desastrosas.
El National Advisory Council, un organismo que monitoriza la actividad de la alianza gobernante, ha decidido analizar la situación. La entidad está dirigida por Sonia Gandhi, figura de gran trascendencia en la política interna. Además, la administración insular ha recibido una notificación judicial en la que se reclama una respuesta ante el mantenimiento de la carretera prohibida. Las tour operadoras de las denominadas islas esmeraldas prosiguen con su oferta de playas inmaculadas y safaris para conocer faunas, floras y tribus, no menos exóticas, al alcance de un cuatro por cuatro.