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Tribuna

El tesoro escondido

La OCDE indentificó en 2009 los paraísos fiscales como uno de los problemas que contribuyeron al colapso financiero y se acordó un mayor control; hoy día, nadie lo ha aplicado

DAVID MATHIESON
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El estreno de la película 'Piratas del Caribe. En misteriosas mareas', ha sido un exitazo dentro y fuera de España. En su desafío a las autoridades, el pirata del siglo XVIII Jack Sparrow y sus compinches encuentran maneras de sortear la ley, manipular las reglas y salirse con la suya en búsqueda del oro escondido. Supone una ficción divertida pero hay pruebas de que hoy en día el Caribe sigue siendo el centro de una red financiera mundial que ha tomado algunos trucos de Sparrow: la región ofrece un marco de regulación laxa que permite que algunos esquiven normas internacionales, ocultar el dinero y hacerse muy rico.

Tomemos las Islas Caimán, por ejemplo, un centro financiero mundial con unas leyes bancarias que garantizan generosas exenciones fiscales y un alto nivel de privacidad. Un 70% de los fondos de inversion libre ('hedge funds') en el mundo ya estan registrados en este pequeño paraíso tropical que también atrae incluso a los bancos ortodoxos: un parlamentario británico afirma que el banco Barclays, por ejemplo, tiene más de 180 filiales registradas en las citadas islas.

Según un informe recién publicado por la Fundación Alternativas, otros centros 'off shore' se están añadiendo a las Islas Caimán y los paraísos fiscales ya no son solo un pequeño grupo de exóticas islas del Caribe. En la actualidad hay más de 70 paraísos fiscales -tres veces más de los que había en la década de 1970- y su uso es cada vez más generalizado. El mismo informe sugiere que el 82% de las empresas del Ibex-35 tienen presencia en paraísos fiscales, de las que tenemos poca o nula información sobre sus actividades allí.

Según un experiodista del 'Financial Times', Nick Shaxson, el crecimiento de los centros 'off shore' es la cara oculta de la globalización de las últimas décadas. Shaxson lleva tres años investigando el crecimiento de los paraísos fiscales y acaba de publicar los resultados en un nuevo libro titulado, apropiadamente, 'Islas del Tesoro' ('Treasure Islands'). En el libro se argumenta que el incremento daña a muchos Estados tanto a los ricos como a los pobres.

En primer lugar, es obvio que si las grandes corporaciones y algunos individuos evitan unos impuestos -aunque legalmente- todos los demás deben pagar más. Muchos gobiernos se encuentran en una situación muy complicada en la que se ven obligadas a reducir los servicios y aumentar los impuestos para hacer frente a los déficit fiscales. Lógicamente si los más ricos están aportando menos otros contribuyentes normales -en concreto los de la clase media- tiene que pagar más.

En segundo lugar, la evidencia sugiere que los paraísos fiscales son utilizados como conductos para canalizar dinero de los países en vías de desarrollo a los países avanzados. Shaxson calcula que en 2008 unos 1.200 millones de dólares de flujos ilícitos salieron de los países en desarrollo para llegar -con pocas preguntas- a paraísos fiscales con destino final a los centros financieros como Londres o Zurich. Uno de las consecuencias de la revuelta en el mundo árabe es que ya hay mucha gente preguntandose sobre el saqueo de Mubarak, Ben Alí o Gadafi a sus países. ¿Por dónde se fue el dinero? ¿Y cómo?

La evidencia recogida por Alternativas, Shaxson y otros es, en cierta medida, sorprendente. Hace poco más de dos años los líderes de los países del G-20 declararon inequívocamente que «la era del secreto bancario ha terminado». Cuando los líderes se reunieron en Londres en 2009 para discutir las causas del colapso bancario y la crisis económica, se coincidió en que la causa más importante fue la falta de transparencia en los mercados mundiales de capital. Los paraísos fiscales fueron identificados por todos como un problema y se acordó por unanimidad que la OCDE debería investigar y formular nuevas normas para controlar los centros 'off shore'. Sin embargo, las medidas de OCDE se han quedado en agua de borrajas: es obvio que el 'lobby' financiero ha ganado el pulso al G-20. Y esta situación no es un cuento de Disney sino la dura realidad de la geopolítica.