ALCALDABLES
Actualizado: GuardarT omaron posesión de sus cargos municipales los impolutos alcaldes elegidos en las pasadas elecciones locales, peperos, fundamentalmente, cargados de buenos deseos y sonrisas resplandecientes. Recordaban tales e impertérritos pecadores políticos a aquellos cursillistas de cristiandad, décadas atrás, que procedían de las grandes tentaciones pecaminosas y todo tipo de excesos contrarios a la virtud y a la vida piadosa.
Pues estos alcaldes flamantes e inclinados a los excesos del poder político, como los recordados cursillistas de cristiandad de los tiempos pretéritos recordados, de inmediato se mostraron llenos de generosidad ante los adversarios más tercos y más humildes ante las tentaciones de la lujuria política. El flamante alcalde Sevilla, el juez Zoido, lo primero que hizo al recibir la vara de mando municipal fue reunirse con los dos líderes de la oposición, pecadores insaciables, los "rojos" Torrijos y Espadas, para llegar a acuerdos puntuales con respecto a la gobernanza de la calidoscópica ciudad de Sevilla. Por cierto, hay dos Sevilla, una de las dos has de partirle corazón al juez Zoido.
El flamante regidor municipal de la ciudad de Málaga, el muy diligente y equilibrado Francisco de la Torre, con su mayoría absoluta, como la del juez Zoido, no tuvo, sin embargo, necesidad de negociar con sus adversarios socialistas. Tampoco el juez Zoido, pero es que el lugareño juez es un entusiasta de las negociaciones políticas. Percibo más polvorilla a Zoido y, a la vez, más cauto, pero De la Torre sabe vender bien una imagen de hombre equilibrado y prudente. Claro, los tiempos han cambiado y ya en la actualidad de los alcaldes, por ejemplo, el 'enorme' Pedro Pacheco, por ejemplo, le sacaba votos hasta a los industriales que instalaban sus atracciones en el Real de la Feria de Jerez (Parque Ontoria).
Literariamente, un alcalde es más atractivo que un consejero de la Junta o un ministro de la Vivienda. Y ahí, Pacheco siempre lo ha tenido muy claro. Prefirió abiertamente ser primer regidor de su ciudad que ministro de gol sur del equipo ministerial de la nación. Se lo tengo dicho al 'enorme': «Perico, en una ciudad como Sevilla serías tan popular como Curro Romero». El problema de Pacheco es que no cambia los desayunos de Jerez ni por los del hotel Alfonso XIII de Sevilla servidos en la cama de una suite.