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Ciudadanos

Jóvenes, bien asesorados y muy opacos

La estructura horizontal del movimiento que defienden dificulta la labor de identificar a posibles cabecillas

PILAR SOLÍS
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Se habla de 'indignados', de plataforma, de colectivo, de 15M y sus caras y sus nombres se difuminan en una multitud. No hay nombre propio, siempre hablan en representación del grupo, del bien común y sus portavoces rotan, según ellos, para que no haya liderazgos, para que todo aquel que quiera pueda aportar algo. Así evitan en un primer término que alguno le coja demasiado cariño al micrófono o en su defecto al altavoz y termine cansando a la asamblea. En un segundo término, quizás más importante, dificultan la identificación de la verdadera cara que está detrás del movimiento.

La gran mayoría de los concentrados son jóvenes que están cansados de ver cómo las oportunidades se escapan con la crisis. Han estudiado y se han formado pero aún así no consiguen ver cumplidas sus expectativas. Es precisamente esta educación los que le hacen ser precavidos y pensar todas las acciones antes de hacerlas. No obedecer a los impulsos. Cuentan con un equipo jurídicos que les asesora sobre las repercusiones legales que tienen sus acciones y juegan con las ambigüedades de la ley. Por eso precisamente decidieron ocupar Valcárcel y no otros de los muchos inmuebles que están en desuso en la ciudad, para aprovechar ese limbo burocrático abierto entre Zaragoza Urbana y la Diputación Provincial. No se les puede acusar de hacer las cosas a la ligera. «Todas nuestras acciones están estudiadas y analizadas. Aquí no hay nada hecho al azar», afirmó días atrás uno de los integrantes. Por eso también se empeñaron en ocultar el rostro y la identidad de los que decidieron dar el salto y colarse en el antiguo colegio cuando se evaluaba la respuesta que podrían esperar de las fuerzas de Seguridad del Estado. Una respuesta que aún están esperando mientras el equipo jurídicos sigue analizando los pros y los contras. Ayer mismo en la asamblea se ofrecieron a resolver posibles dudas de los concentrados.

Durante el fin de semana no dejaron entrar a las cámaras de los medios de comunicación, tampoco entrevistas. Incluso la forma en la que se abrieron las puertas del inmueble obedeció a una estrategia pensada: si entran todos a la vez no sabrán quien estaba ya dentro.