El campamento de la Ruta Quetzal, una ciudad itinerante
La expedición visita las impresionantes muestra arqueológicas de Huaca de la Luna y Huaca del Brujo
HUANCHACO (PERÚ)Actualizado:Amanece en el campamento de la Ruta Quetzal BBVA enclavado en la playa de Guanchaco. Jesús Luna, jefe de esta ciudad itinerante, despierta a los ruteros megáfono en mano. "Cuando te digo, digo, digo, chinito del alma, tú me contestas chinito de amor. Todo el mundo arriba. Comienza un nuevo nuevo día y comienza una nueva ilusión. Hay que levantarse con energías", dice. Los jóvenes han descansado bien. Poco a poco se van haciendo -nos vamos haciendo- a eso de cambiar el somier de casa por la arena. El Pacífico está que trina. Olas de cuatro y cinco metros golpean la costa. Alcanzan el paseo marítimo. Ha sido así desde que llegamos a Huanchado hace dos días. El ruido de las olas se escucha desde el saco. Los ruteros se visten y se prestan a tomar el desayuno. Tienen por delante una larga jornada.
La policía local custodia este poblado de 90 tiendas de campaña. De día y de noche. No hay detalle que se escape. Son 26 años de experiencia en los que se ha tenido que lidiar con toda clase de contratiempos. Por suerte no hay que lamentar nada grave. Por el momento no pasa de vomitos y diarreas. Los estómagos de los ruteros se están haciendo a las nuevas comidas y pasa factura en algunos de ellos. El equipo médico formado por cuatro personas tiene todo bajo control. Y es que no debe ser fácil habituarse a dormir en tienda de campaña durante cinco semanas, a hacer las necesidades en letrinas y a saber que hoy sí el camión de bomberos pasará a duchar a los ruteros pero que a saber cuándo volverá al campamento. Es la Ruta Quetzal.
La ciudad itinerante amanece. Toca clase de aerobic. La música suena en la playa. Todavía los ruteros siguen maravillados con las excursiones del segundo día en Huanchaco. Han podido conocer el centro arqueológico de la Huaca de la Luna y la Huaca del Brujo. Si la Ruta Quetzal 2011 mantiene este nivel, no hay duda de que será una experiencia inolvidable también en el plano cultural. No se confunden cuando hay quienes ven en la cultura Moche a nuestros antepasados. Nos remontamos al Siglo I. Asentada sobre fundamentos Cupisnique y con conexiones con los desarrollos Salinar y Gallinazo, esta expresión cultural se distribuyó por los valles de Lambayeque, Jaquetepeque, Chicama, Moche, Santa, Chao, Viru, Nepeña y Huarmey.
El gran hallazgo funerario en el Complejo Arqueológico El Brujo, dirigió nuestros intereses sobre este centro del curso bajo del Chicama. Enclavado entre cañas de azucar, el complejo esta dominado por dos grandes contrucciones Huaca El Brujo y Huaca Cao Viejo. Éste último una pirámide coronada por un templo que entierra cuatro templos anteriores, cada uno enterrado ceremonialmente, a lo largo de cinco siglos. Las más altas jerarquías mochicasd reposaron en estos edificios, como pone de manifiesto el entierro de la Señora del Cao, datado para el siglo II d. C. Esta mujer de 1,48 metros, murió a los 25 ó 30 años. Murió al dar a luz. Las estructuras fueron decoradas por espectaculares murales policromos que recogen escenas de guerra y captura de enemigos, procesiones, sacrificatorias, danzas y exhibición de personajes.
Hueca del Cao Viejo
Ocurrió en la Hueca del Cao Viejo y también en las Huacas del Sol y la Luna, quizás la capital de los Moches del Sur que conforma un extenso entramado urbano relacionado con calzadas. ¿Estamos ante un hallazgo comparable a las pirámides de Egipto? Podría ser, dicen quienes trabajan en estas construcciones que están a un paso de ser declaradas Patrimonios de la Humanidad. Elk Gobierno del Perú tiene mucho por hacer. Todavía quedan metros y metros bajo la arena por descubrir. Una casa de cervezas peruana, la Ford y otras casas comerciales se encargan de parte de la financiación. Para hacer de estas construcciones un tirón turístico habrá que trabajar todavía. Los accesos no están señalizados y la carretera es un infierno.
Luego compensa. Juan Carlos Díez, de Valencia; Miguel García, de La Rioja y Helena Bermejo, de Cáceres, no tienen ninguna duda de que acaban de ser testigos de la mejor puesta de sol que nunca han visto en un marco incomparable. Les espera una visita a la ciudad de Chan Chan, la que fuera la ciudad de adobe más grande de Latinoamérica. El listón está muy alto.