LA REINDUSTRIALIZACIÓN FALLIDA
Actualizado: GuardarAnunciados a bombo y platillo en vísperas electorales, hace cuatro años, y con la conmoción del cierre de Delphi encima, los últimos planes de reindustrialización para la provincia de Cádiz, de cuyos nombres ya ni siquiera podemos acordarnos, ¿«Bahía Emprende», tal vez? ¿o era «Competitiva»?, arrojan un triste balance. Una suma somera arroja la cifra de 132 millones de euros en subvenciones, gestionadas por la agencia IDEA, de la Consejería de Innovación. A esta cifra hay que añadir la cantidad ingente de dinero empleado en pagar las prejubilaciones y cursos de la compañía de componentes del Río San Pedro, que supera los 450 millones de euros.
Según la declaración de intenciones se trataba de cantidades dirigidas a crear y modernizar empresas y financiar proyectos de I+D+i. «El objetivo de esta inversión pública es consolidar el tejido industrial para hacerlo más competitivo», decían sus responsables cuando se lanzaron.
Hoy, los resultados no pueden ser menos satisfactorios. Desde 2008 hasta hoy el paro en la provincia lejos de decrecer ha subido, hasta alcanzar una tasa del 30%, muy superior al 21% de media nacional, y la destrucción de empleo industrial no ha conocido paliativo. Se han perdido 5.601 puestos de trabajo en el sector. Eso a pesar de que un millar de empresas, según los datos oficiales, se han beneficiado de las ayudas. ¿Dónde han ido, cómo se han gastado? Algunas de ellas se sabe que han tenido escaso éxito, porque anuncian recortes de plantillas.
Responsables oficiales alegan que de no haber sido gracias a estas subvenciones el desastre habría sido mayor. ¿Mayor? Es un triste consuelo y más cuando llueve sobre mojado, porque llevamos décadas con planes de «urgente reindustrialización» que no han servido para nada, con cifras de inversión voluminosas, al menos sobre el papel, que no se han traducido en empleo sólido, con una clamorosa falta de eficacia que parece que nadie ha auditado, nadie ha exigido responsabilidades. En cualquier caso, los números cantan.
Este fracaso se agrava por la inminente fecha de caducidad de las ayudas europeas, pero también por la terrible constatación de que las consideradas «industrias del futuro», las energías alternativas, la tecnología, siguen sin tener aquí un arraigo suficiente como para empezar a cimentar un sector nuevo y potente, más allá del clásico trío Navantia-Dragados-Airbus. Ahora además no hay grandes inversiones a la vista.
En esas estamos, en medio de una crisis global, o sistémica, sin que se atisbe un cambio de modelo para la economía provincial que permita una esperanza de futuro y acortar distancia de este retraso secular que ya nos quema la sangre. No podemos seguir dependiendo de la temporada turística, porque no se rompe la estacionalidad y crea empleo precario. Es preciso, urgente, actuar para remediar el constante empobrecimiento de los gaditanos.