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MUNDO

Treta desesperada de Strauss-Kahn

El político galo alegó una falsa inmunidad diplomática para evitar ser detenido en vez de proclamar su inocencia

J. P. NÓBREGA
NUEVA YORK.Actualizado:

Cuando los detectives de la Autoridad Portuaria de Nueva York irrumpieron en el avión de Air France el 14 de mayo y comunicaron a Dominique Strauss-Kahn que les acompañara, el entonces director del FMI hizo gala de su caballerosidad y obedeció casi sin rechistar. Los detalles de lo que sucedió en las horas siguientes, divulgados ayer por la Fiscalía de Manhattan, muestran a un hombre de comportamiento errático que en lugar de clamar por su inocencia desde el primer instante se agarró falsamente al argumento de que gozaba de «inmunidad diplomática».

Ante la aseveración del político francés que se encuentra en libertad bajo fianza de más de 700.000 euros por el presunto intento de violación de una empleada de hotel, los agentes le pidieron que mostrara su pasaporte. La respuesta a la que echó mano es que el documento que acreditaba su inmunidad no lo llevaba encima. Sobre este particular, el FMI hizo pública una nota días después en la que destacaba que la inmunidad no se aplicaba al caso porque DSK estaba en Nueva York por asuntos personales.

Las transcripciones precisan que unas cuatro horas después de cometer la supuesta agresión sexual, hubo una conversación telefónica entre el entonces jefe del FMI y el empleado del sector de objetos perdidos del hotel Sofitel, en la que Strauss-Kahn adujo que había olvidado su móvil en la habitación. Veinte minutos después, llamó nuevamente para insistir: «Quiero hablar con la persona que me está trayendo el teléfono. ¿Cuándo llegará? Estoy en la sala de Air France del aeropuerto. Por favor, llámenme a este número».

«¿Tiene usted mi móvil?»

Instantes después, aparentemente ya a bordo del avión, vio como un hombre se le acercaba: «¿Tiene usted mi móvil?». El individuo era en realidad un detective vestido de civil. Pronto el titular del FMI se dio cuenta que estaba tratando con policías y cuando estos le pidieron que los acompañara, dijo de manera escueta «¿Para qué?».

Una vez en la unidad de detenidos de Manhattan, pidió llamar a su abogado Bill Taylor y preguntó a los agentes si iba necesitar los servicios de un letrado. Los funcionarios le recordaron que tenía derecho a uno y le comunicaron que desconocían si tenía algún tipo de estatus diplomático, a lo que Strauss-Kahn respondió esta vez que no pretendía utilizar ese argumento para evitar la detención.

Tras contactar con Taylor, el político galo se negó a hablar del incidente ocurrido en el hotel. Según la Fiscalía, Strauss-Kahn pidió huevos para desayunar y un bocadillo a la hora del almuerzo, además de quejarse repetidamente del daño que le hacían las esposas.