Don Vicente
Actualizado: GuardarLa despedida de Vicente Moreno lejos de la hierba eclipsó la presentación del nuevo entrenador azulino, Juan Merino. Sus lágrimas (los líderes también lloran) conmovieron a los presentes. Él no quería, y ahí están sus lágrimas de emoción. El tiempo es un juez que a todos pone en su lugar, gran tópico. Y a Vicente Moreno le toca empezar a recoger en los banquillos la gloria que ha obtenido en el césped. Nunca es prematuro si la dicha es buena, y en este caso concreto, qué mejor equipo para estrenarse como técnico que aquél en el que acabas de colgar los borceguíes. Su manejo emocional del vestuario, por lo tanto, será positivo, porque tal vez fuera la asignatura de Javi López (que no supo equilibrar esos detalles personales con los objetivos deportivos en varios de sus hombres). Su figura allana el camino a Juan Merino. Es una dupla de estreno, Juan será el primer técnico, y Moreno se llevará los aplausos. Vicente Moreno, un ejemplo de pundonor, puede decir que la historia xerecista ha sido justa con su esfuerzo de tantos años, puesto que hizo uno de los goles del histórico ascenso a Primera el día de San Antonio de hace dos años. Ahora no necesita suerte, sino justicia también a su sacrificio de dejar las botas cuando podía un año más seguir ejerciendo de entrenador sobre el campo, casi de entrenador-jugador, una figura que debería legalizar el fútbol profesional español. Vicente Moreno, el nuevo Pepe Ravelo, un icono xerecista que ha sido mediático por sus gestos honrados y su trabajo abnegado, comienza un montaña rusa a partir de ahora. Ya es de quitarse el sombrero su nuevo gesto hacia el club: colgar las botas cuando aún le queda fútbol (es más, durante su periplo como titular en la recién finalizada campaña, el equipo estuvo en puestos de liguilla). El Xerez le debe un partido de homenaje, la cita con el Málaga en el Trofeo de la Vendimia debe ser una fiesta en su honor.