«La literatura y el arte no tienen el monopolio de la imaginación»
Antonio Muñoz Molina aboga durante su intervención en 'Las Dos Culturas' por una actitud experimental en pro de la ciudadanía
CÁDIZ.Actualizado:En los años de adolescencia de Antonio Muñoz Molina se llegaban a rechazar de los planes de educación algunos libros de Física y Química por no corresponder su contenido a la realidad andaluza. «Cuando se nos planteaba elegir un Bachillerato de Ciencias o de Letras, la elección parecía tan decisiva como el hecho de ser varón o hembra, te definía tanto como ser gordo o atlético, si tímido o seductor. Las Letras eran sinónimo de masculinidad insegura y torpe en los deportes. Las letras eran la fantasía y la rebeldía, las ciencias lo rígido, prosaico y romo».
Habla -lee- el escritor y académico jienense Antonio Muñoz Molina, que ayer cerró la primera sesión del encuentro 'Las Dos Culturas' que, en su tercera edición, está dedicado al establecimiento de las fronteras de la ciencia. Aunque su conferencia 'La imaginación de lo real', estaba destinada a abrir la jornada inaugural, la cancelación del vuelo que le trasladaba a Cádiz impidió que el autor de 'El jinete polaco' llegara en hora a la cita en la Escuela de Enfermería. Su misión consistía en establecer las diferencias o las similitudes entre las ciencias y las humanidades, y el contenido del primer entrecomillado resume cómo hubo un tiempo, excesivamente largo, en el que los prejuicios y las opiniones interesadas hicieron de ambas disciplinas tan poco unibles como el agua y el aceite.
La segunda parte de su exposición sirvió para arremeter contra la literatura y el arte, a las que criticó, «no tienen el monopolio de la imaginación». El escritor se quejó de que la sociedad haya encumbrado a «genios» de la pintura y la novela a quienes «el yo es más interesante que la realidad». «Los artistas de los siglos XIX y XX vivieron de los ricos, sin embargo, quisieron verse como malditos y transgresores. A Flaubert o Baudelarie le gustaba acercarse al linaje de la persecución. Una auténtica paradoja. Picasso, por ejemplo, ya era rico con 40 años y la mejor obra de Buñuel 'La edad de oro' fue estrenada en un palacio. Hoy día son las instituciones públicas las que pagan los antojos de un artista con el único reclamo de firmar con un sello de rareza», apuntilló el autor andaluz. «Muchos grandes artistas han sido excluidos por la heroicidad de las vanguardias que han facilitado la hipertrofia creativa y cultivado la vanidad y soberbia».
Darwin y Dickens
Para demostrar que esas separaciones tajantes son tan absurdas como fácilmente reversibles, Muñoz Molina contó su propia experiencia de acercamiento a las ciencias. Hace 20 años, el «aburrimiento de tanta coacción y de tanta burocracia despótica en el mundo de las artes y las humanidades le llevó a comenzar a «buscar sustancia nutritiva» en el mundo de las ciencias y así descubrió como «la prosa de Darwin era tan rica como la de Dickens». «Lo cotidiano y lo raro se me ha vuelto más fascinante que nunca. Ahora presto atención al chorro del grifo o al cómo el agua hace burbujas cuando la caliento para el té», confirmó.
Su extensa intervención, su crítica y el regalo de sus vivencias fundamentaron una hipótesis que suena a ley universal. «Es necesario una actitud experimental en democracia», una postura que, según explicó, se acerca más al comportamiento de los científicos que no producen certezas absolutas sino indicios sometidos siempre a revisión. «Sin esa actitud, apostilló, no es posible la ciudadanía, si no, valga de ejemplo las dictaduras».