El carnero ermitaño
'Shrek' huyó del esquilador, sobrevivió seis años en cuevas, acumuló lana como para confeccionar 20 trajes de hombre y se convirtió en un icono de Nueva Zelanda
Actualizado:Las ovejas no suelen caracterizarse por su rebeldía y sus impulsos individualistas. Lo suyo son más bien los rebaños, el aborregamiento, el hacer lo mismo que las demás sin soltar siquiera un balido de disconformidad. Tal vez sea un estereotipo injusto, pero esa imagen gregaria contribuyó, por contraste, a agigantar la figura ya de por sí grandota del carnero 'Shrek', uno de los iconos más populares de Nueva Zelanda. Allí, en las antípodas, los periódicos y las cadenas de televisión lloran estos días la muerte del animal, un rebelde ovino que prefirió la fatigosa vida salvaje a la humillación de ser esquilado, e incluso hay dos museos que se han postulado para exhibir sus restos. Tiene especial mérito destacar así en un país donde el número de ovejas casi multiplica por diez el de habitantes humanos.
El momento decisivo en la biografía de 'Shrek' llegó en 1998. Hasta entonces llevaba una existencia controlada y aburrida, la propia de un macho castrado de raza merina en una explotación gigantesca: era una de las 17.000 cabezas de Bendigo Station, una granja de 11.000 hectáreas situada en la isla sur. Todo cambió cuando llegó el momento del esquilado anual. 'Shrek' rompió a la vez con dos dictaduras, la del rebaño y la de los hombres, y huyó con sus lanas al viento hacia un destino desconocido. No se supo nada de él durante seis años.
En 2004, los ganaderos avistaron un animal desconocido de trazas fabulosas, un inconcebible vellón esférico que recordaba vagamente a una oveja, pero que también habría podido ser una coliflor monstruosa. «Parecía algún tipo de criatura bíblica», resumió John Perriam, el propietario de Bendigo. Se trataba de 'Shrek', que había sobrevivido a seis gélidos inviernos, con capas de nieve de dos metros, gracias al refugio de unas cuevas y a su abrigo natural de lana merina, cada vez más espeso. Lo capturaron, pero ya nunca regresó a su vida anterior: la prensa lo bautizó como 'la oveja ermitaña' y su imponente aspecto, con un volumen equivalente al de tres congéneres normales, le ganó un hueco en el corazón de los neozelandeses. Se abrió un debate nacional sobre la conveniencia de esquilarlo, ya que algunos defensores de los animales temían que la brusca desnudez le provocase un shock. Finalmente, se recurrió al campeón Peter Casserly, un fenómeno que en los años 70 logró esquilar a 353 animales en nueve horas. Con 'Shrek' tuvo que emplearse a fondo durante veinte minutos, transmitidos en directo por televisión: le quitó veintisiete kilos de lana, que según los expertos habrían bastado para confeccionar veinte trajes de hombre.
Sobre un iceberg
A partir de entonces, John Perriam, su dueño, se convirtió en «el padre de 'Shrek'». El carnero, que pasó a ocupar sus propias dependencias en la granja, tenía la agenda abarrotada: su tarea primordial era prestar su imagen a Cure Kids, una organización dedicada a los niños enfermos para la que recaudó unos 90.000 euros, pero también protagonizó tres libros de fotos e incluso conoció a la primera ministra de aquel momento, Helen Clark. Lo esquilaron otras dos veces, una de ellas sobre un iceberg situado a 160 kilómetros de la costa, y se retrató en compañía de los grupos humanos más diversos. «Tenía una personalidad increíble, le encantaban los niños y conectaba muy bien con las personas mayores», elogia Perriam, que lo cedía gratis para visitas a escuelas y geriátricos.
El propio 'Shrek' había acabado por convertirse en un anciano de 16 ó 17 años, con el cuerpo debilitado por los achaques. La semana pasada, un veterinario tuvo que sacrificarlo para ahorrarle más sufrimientos. Perriam anunció su propósito de incinerar los restos y esparcir las cenizas sobre el monte Cook, el más alto de Nueva Zelanda, pero dos museos han solicitado exhibirlo en sus salas. Uno de ellos es Te Papa, el Museo Nacional de Nueva Zelanda, con cierta experiencia en este peculiar tipo de piezas: allí está disecado Phar Lap, un caballo de carreras de los años 30, reverenciado hasta tal punto que otro museo muestra su esqueleto y un tercero, su enorme corazón. La portavoz de Cure Kids, Josie Spillane, ha apoyado la opción de perpetuar de algún modo a 'Shrek', pese a ser consciente de que introducir un carnero en el museo nacional tiene algo de absurdo: «Al fin y al cabo, es una oveja, pero se ha convertido en un símbolo de sentirse a gusto con uno mismo. La gente experimenta una sensación de calidez cuando piensa en 'Shrek', y eso solo puede ser positivo».
La última palabra la tiene Perriam, que estos días recibe mensajes de condolencia de todo el planeta. La anunciada presencia de varios periodistas extranjeros le ha obligado incluso a posponer el servicio fúnebre por 'Shrek', que se celebrará en un lugar ideal: la capilla del Buen Pastor.