Nacionalismo de barrio

El pasado sábado se constituyeron las corporaciones municipales de los ayuntamientos de España. En Cádiz, sin novedad en el frente, Teófila cuatro años más. Será por algo. La mayor novedad se ha producido en el País Vasco donde, tras concurrir a las elecciones gracias unas decisiones judiciales no exentas de polémica, la formación política Bildu gobernará en 107 localidades, entre ellas, San Sebastián. Sin duda, ante esto, habrá que esperar cómo reacciona la banda terrorista ante el paso a la política de sus simpatizantes y cómo se acostumbran éstos al juego político, al diálogo, a perder y a ganar.

Muchos de los vascos han crecido en el odio a todo lo español, no conocen otra cosa más que el desprecio y la intimidación. No conciben una vida sin estos sentimientos negativos. Y esto se palpa en la vida diaria. No entraré a valorar las peculiaridades del conflicto vasco enquistado en nuestro país, pero sí me preocupa la situación de los muchos concejales y simpatizantes del PP y del PSE. Admiro su valentía porque no debe ser cómodo vivir con amenazas constantes de tus propios vecinos. ¿Cuán difícil debe ser no poder expresarse libremente?

Afortunadamente en nuestra ciudad no sufrimos esta falta de libertad pero a veces noto excesivo nacionalismo de barrio, por llamarle de alguna manera. Solo hay que escuchar las coplas de carnaval para verificar que Cádiz es un paraíso creado para nuestro propio disfrute y el que lo critique es un sieso derrotista. Si se aprecian actitudes y acontecimientos que no son como deben ser hay que ponerlos en evidencia, aunque mucha gente se moleste por el pensamiento único que subyace en la ciudad. Cádiz es, casi, el culo del mundo, no su ombligo. Sepamos el lugar que ocupamos en la realidad espacio- tiempo.