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Rubalcaba saluda a los asistentes al acto político del PSOE en presencia de Chacón. :: R. C.
política

Rubalcaba y Chacón hacen piña la víspera de que el vicepresidente se convierta en candidato

El reencuentro público durante un acto de partido en Barcelona fue correcto, pero sin complicidad

CRISTIAN REINO
MadridActualizado:

El vicepresidente primero, Alfredo Pérez Rubalcaba, que hoy posiblemente se convertirá en el único aspirante a representar al PSOE en las próximas elecciones generales, viajó ayer a Barcelona para tomarle el pulso a la militancia catalana y para tratar de rehacer los puentes de diálogo con el PSC, después de unas elecciones municipales en Cataluña sin presencia de líderes nacionales y en las que el partido sufrió una derrota histórica.

El encuentro de Rubalcaba con un millar de socialistas catalanes sirvió además para plasmar la foto de la tregua entre el futuro candidato y Carme Chacón, una vez zanjada su amago de batalla por la sucesión de José Luis Rodríguez Zapatero.

Después de la imagen algo distante que ofrecieron en el último Comité Federal del PSOE, había morbo por verles juntos en un acto público. La de ayer fue la primera ocasión desde el pasado 28 de mayo, cuando se les vio sentados juntos pero casi sin cruzarse una sola palabra.

Fue el día que el vicepresidente primero recibió el aval de la cúpula del partido para ser el candidato electoral en 2012, después de que la ministra de Defensa hubiera renunciado, dos días antes, a competir con él en unas primarias internas.

A juzgar por el saludo frío que se dieron en Barcelona, la complicidad entre ambos podría ser mayor. Encuentro protocolario, pero poco caluroso. Apenas un cruce de miradas, tímidas sonrisas y un leve gesto de atención con los dedos. Rubalcaba, eso sí, fue algo más cordial durante su reunión con los militantes. Recordó una anécdota del pasado, cuando él era secretario general de Educación y Chacón, por entonces una joven líder estudiantil que se manifestó contra las políticas de su ministerio.

Apoyo del PSC

Chacón y Rubalcaba hicieron, por tanto, piña y firmaron un armisticio, porque lo que ahora cuenta es levantar un partido que salió fuertemente sacudido en las pasadas elecciones locales y autonómicas y, según las encuestas, tiene todas las de perder en los próximos comicios generales. El vicepresidente ya le ha expresado a Chacón en varias conversaciones celebradas en las últimas semanas que cuenta con ella y la ministra le ha mostrado su total disponibilidad.

Igual que Chacón, el PSC se ha comprometido a volcarse con el candidato Rubalcaba, a pesar de que los movimientos y maniobras de los barones socialistas que forzaron la renuncia de Chacón a la carrera presidencial no sentaron muy bien en la sede catalana de la calle Nicaragua.

Rubalcaba se reunió con los militantes catalanes, consciente de la importancia de esta federación socialista, a la que ya empezó a cuidar en su primera rueda de prensa tras ser designado candidato. «Hay una relación compleja entre Cataluña y el resto de España y eso debemos mejorarlo», dijo entonces. Ayer volvió a dejar gestos de complicidad con la identidad catalana.

«El sentimiento colectivo de un pueblo es más fuerte que cualquier sentencia», expresó a la militancia, en clara referencia los recortes en el 'Estatut' introducidos por el Constitucional, según fuentes del PSC. Además, se comprometió a no interferir y ser respetuoso en el debate precongresual que libran los socialistas catalanes y que entre otros asuntos ha puesto sobre la mesa que es el momento de introducir cambios en las relaciones entre el PSOE y el PSC.

Ambas formaciones cierran filas y Rubalcaba cree que tiene la receta para ganar: un discurso que no olvide lo que ha hecho el PSOE, que ponga rumbo hacia el futuro, que no se base solo en criticar lo que hace la derecha («con eso no ganamos las elecciones», dijo), y que exprese lo que va a hacer el partido socialista.

El futuro cartel del PSOE dejó Barcelona satisfecho, recabados los apoyos de Chacón, de los miembros de la ejecutiva del PSC -con los que se reunió antes del acto con la militancia- y de los afiliados socialistas, que dijeron salir del encuentro encantados con el ministro del Interior.