El Gobierno reprocha al PNV que ayudase a aumentar el poder de Bildu
El PP pide a Rubalcaba que deje Interior para que su sustituto, sin otras ocupaciones, vigile «24 horas al día» a los ediles independentistas
MADRID. Actualizado: GuardarAlfredo Pérez Rubalcaba criticó ayer al PNV por haber permitido con su estrategia de pactos que Bildu mejorase sus buenos resultados y aumentase su poder institucional en el País Vasco. Lo cierto es que el vicepresidente primero, ayer en su papel de candidato del PSOE, procuró ser lo menos directo posible y obvió las siglas políticas a las que se refería. Sin embargo, de sus palabras se deduce el reproche a los nacionalistas, que, al rechazar un pacto en las tres provincias vascas con el PSE y el PP, dejaron, en opinión de los socialistas, el camino libre para que Bildu se hiciese con San Sebastián y con otros importantes pueblos y ciudades, especialmente en Guipúzcoa.
Rubalcaba lamentó el éxito de la coalición de EA y Alternativa con independientes cercanos a Batasuna, que el sábado logró un centenar largo de consistorios, y dijo que «Bildu podría haber tenido menos poder institucional si se hubiera llegado a los acuerdos que podría haberse llegado y si las cosas se hubiesen hecho de otra manera». «Yo siempre opiné que se debían haber hecho de otra manera», añadió, en alusión a su reiterado mensaje en demanda de pactos que permitiesen arrebatar a los independentistas el mayor número posible de instituciones.
Un pacto con los nacionalistas, que el partido de Íñigo Urkullu rechazó por considerarlo una reedición de las políticas frentistas, hubiese impedido a Bildu hacerse con San Sebastián, con otras importantes ciudades como Rentería o Andoaín y le hubiese arrebatado la poderosa Diputación Foral de Guipúzcoa, de la que el independentista Martin Garitano será presidente casi con seguridad en los próximos días. Pero lo que a los socialistas más les dolió el sábado fue que, además, PNV y Bildu uniesen sus votos para arrebatarle al PSE las alcaldías de Lasarte y Trápaga.
El reproche del vicepresidente sorprendió a algunos porque, unido al amago de ruptura de relaciones que viven PNV y PSE, no hace sino dificultar que el Ejecutivo pueda convencer a los nacionalistas para que sean los socios que le permitan aprobar los Presupuestos y agotar sin sobresaltos la legislatura. De hecho, el Gobierno tendría prácticamente imposible salvar las cuentas de 2012 sin la ayuda de Josu Erkoreka y sus cinco diputados.
El ministro del Interior aclaró, no obstante, que la importante presencia institucional de Bildu no va alterar la política antiterrorista del Gobierno, que «va a seguir». Señaló que su departamento «seguirá trabajando para que ETA acabe definitivamente con la violencia», porque «esto no ha sucedido; ETA está viva, aunque esté muy débil».
El PP encontró el sábado una razón más para que Rubalcaba abandone de inmediato el Ministerio del Interior. Cree que la conversión de Bildu en la mayor fuerza municipal del País Vasco exige un titular de Interior que pueda dedicar «24 horas a día» a vigilar y, en su caso, perseguir a los ediles de unas siglas que el Tribunal Supremo, las fuerzas de seguridad y el propio Rubalcaba consideraron «la continuación de Batasuna y ETA». El partido opositor entiende que si el actual ministro va ser el candidato del PSOE en las próximas elecciones generales no está capacitado para hacer el marcaje sobre los electos independentistas y atender su intensa agenda de visitas a las agrupaciones socialistas.
La petición de dimisión inmediata la hizo ayer, «con serenidad, paz y tranquilidad», el vicesecretario de Comunicación, Esteban González Pons, quien indicó que, «ante la gravedad de la situación en que nos encontramos los demócratas en el País Vasco», por el alza de Bildu, «necesitamos un ministro del Interior las 24 horas del día, no uno que solo se dedique a lo que sucede en esta tierra los fines de semana».
Pons pidió extremar la vigilancia porque «aquellos a los que la Policía Nacional y la Guardia Civil denunciaron como mandos de ETA» van a controlar el dinero, la información sobre los ciudadanos y van a ser «los nuevos mandos de la Policía Municipal» en sitios tan importantes como la capital donostiarra.
Calificó este hecho de «indigno, impresentable e indecente» y de «un profundo error que podemos pagar tarde o temprano». Avisó de que, ahora que estábamos ante el final de la banda, «todas las cartas vuelven a manos de ETA» y «podemos volver al principio».