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Jerez llega al corazón de Doñana

La hermandad afrontó ayer una corta pero intensa jornada de la romería

José Vegazo
Jerez Actualizado:

Jerez ya vive en el Coto de Doñana. Si el pasado miércoles la hermandad simplemente se acercó al corazón del Coto, ayer se adentró por la zona sur del mismo, golpeando el corazón del parque nacional con cánticos, devoción, plegarias... Jerez vive entre jueves y viernes su singladura más esperada, la que le lleva a pasar por enclaves tan bellos como el Cerro de los Ansares, la catedral de los romeros, el rincón del peregrino, Palacio... Jerez ya está viviendo sus momentos más emocionantes, y los romeros lo saben, y por ello viven con intensidad cada segundo.

El miércoles fueron muchos los que llegaron de noche a Marismillas, sin prisas, sin agobios. Hacía años que no se veía llegar a la comitiva jerezana tan tranquila, tan sosegada a partir de Malandar. De hecho, el discurrir del simpecado fue en algunos momentos tedioso, cansino. Poco a poco se iba avanzando por las arenas, pero la realidad fue que una vez que la hermandad entró en el cancel que separa el parque nacional de la playa, fueron muchos los vehículos que se echaban a los lados del sendero para cantar a la Virgen las sevillanas más hermosas del camino.

Pero el camino del Rocío no entiende de tiempos, de memorias. Slo de aquellas que nos recuerdan a los que ya no están. Por eso, los romeros se despertaron en Marismillas cansados, agotados en muchos casos. La razón, bien sencilla, la Virgen... Jerez se volcó con el simpecado en la primera noche de camino, la que se recuperó en el verde descanso de Marismillas tras el desierto del año pasado por la inundación de las marismas. Jerez se volcó con sevillanas eternas, al son de guitarras templadas. Cantes roncos, pequeñas velas a los pies de la carreta, guitarras flamencas de Santiago y San Miguel rivalizando por tener más compás una que otra. Y cantes de siempre, y cantes de ahora. Voces aterciopeladas, otras quebradas. Compás siempre, sin excepciones. Pocos, ni los más viejos del lugar, recuerdan una noche tan larga en el camino, clareando el alba, mientras que se apagaban las últimas oraciones. Noche de las de siempre, de las que nunca debieron perderse, a los pies de la Virgen.

Uno de los momentos más emotivos tuvo lugar cuando el simpecado pasó delante de las peñas Carbonera y Romeritos, regalando unos instantes muy especiales a quienes estaban presentes.

Mañana en Marismillas

A primera hora se levantó el campamento con el son del pitero, a las nueve de la mañana. Había que preparar la eucaristía, que sería conjunta con la hermandad del Puerto de Santa María como es costumbre en el camino. Para la eucaristía se desplazó hasta Marismillas José Mazuelos, obispo diocesano. De nuevo, en su homilía, quiso destacar el valor y la importancia que tiene la Virgen del Rocío en la tradición popular. Un nuevo gesto del prelado para demostrar que la situación eclesiástica de la hermandad está resuelta gracias a su presencia, aunque en la hermandad sigan echando de menos, y de qué manera, al padre Alexis, el director espiritual de los últimos años de la hermandad del Rocío de Jerez.

La eucaristía, que terminó a las once y veinte de la mañana, no tuvo sin embargo la afluencia de fieles deseada, si bien es cierto que la hermandad de Jerez lleva mucho menos gente este año en la peregrinación que lo que nos tiene acostumbrados. Tras levantar el campamento, los peregrinos rezaron el Angelus justo antes de caminar.

Pese a que la jornada de ayer es la más corta del camino, los peregrinos se encontraban con algunas de las mayores dificultades, tanto físicas como emocionales. El recuerdo de Pepe Antonio González de la Peña estuvo presente todo el día, pero especialmente en el Angelus, a las doce de la mañana, la hora en la que el año pasado conocimos el fallecimiento de este rociero de siempre. A las doce y media comenzó la caravana a avanzar, dejando atrás lentamente algunos de los parajes más bellos del Coto de Doñana. Kilómetros de altas arenas que discurren por la zona sur del parque nacional. Conocieron zonas tan emblemáticas como el cerro de la Raya o el rincón del peregrino, donde la hermandad quiso tener un reconocimiento con los que hacen el camino a pie. Fueron muchos los que se bajaron de los coches en ese momento y comenzaron a caminar hasta la hora de almorzar, olvidando las comodidades que te ofrece hacer el camino en un todoterreno.

Cuando la tarde caía, la hermandad llegó a Carboneras, lugar donde realizó la segunda pernocta. Amparado por los pinares, resguardado del viento de poniente que quiso acompañar refrescando algo las calurosas tardes de junio, el simpecado volvió a quedarse expuesto en corro a los romeros jerezanos, que de nuevo acompañaron durante toda la noche a la Virgen en su caminar por el Coto de Doñana. Ya queda menos para que Jerez se presente ante la Blanca Paloma, pero todavía queda la jornada de hoy y la entrada de Jerez en la Aldea.