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La formación del conservatorio de Sevilla encandiló a la particular audiencia con algunos estándares de jazz. :: ANTONIO VÁZQUEZ
CULTURA

El 'swing' llena de ritmo Puerto II

El Consorcio del Bicentenario organiza un concierto de jazz para los internos dentro del ciclo 'Tiempo de cambios'La Big Band Francisco Guerrero del Conservatorio de Sevilla actuó ayer en el centro penitenciario

ANA LEÑADOR alenador@lavozdigital.es
CÁDIZ.Actualizado:

Después de pasar algún tiempo ante el inclemente sol de la mañana, charlando con los compañeros sobre los pormenores de una rutinaria mañana, llega el recuerdo de que hoy no es un día cualquiera para los habitantes de estos muros.

Hay visita y también espectáculo, una velada especial. Reunidos en grupos y visiblemente emocionados, los internos de Puerto II fueron llenando poco a poco las grandes del pequeño polideportivo que alberga el centro.

Unos cuchicheaban acerca de lo que les depararía la siguiente hora, otros observaban con detenimiento como los jóvenes músicos afinaban sus instumentos, colocaban sus partituras o se ponían de acuerdo en el orden del repertorio.

El improvisado escenario, una tarima de madera, estaba en galonado por macetas de geranios y otras plantas sin flor. Ese día, la Big Band del Conservatorio Profesional de Música de Sevilla Francisco Guerrero protagonizaba un 'bolo' atípico por cortesía del Consorcio del Bicentenario.

Los reclusos, nerviosos, echaban un ojo al folleto con la información de la banda y la lista de estándares de jazz que se disponía a interpretar.

El director del centro, Antonio Muñiz, dio la bienvenida a todo el mundo y presentó al grupo. Y entonces empezó todo. A las primeras notas, todos los ojos se posaron en los diversos intrumentos: saxos, piano, trombones de baras, clarinetes, batería, contrabajo...

El swing se impuso y trasladó a todos los presentes a otro tiempo, a las fiestas clandestinas celebradas durante la Ley Seca o a las suntuosas salas de baile donde Fred Astaire y Ginger Rogers solían hacer de las suyas en aquellas viejas películas en blanco y negro.

A cada pausa, la peculiar audiencia explotaba en aplausos y coreaban 'Tú si que vales' a los miembros de la banda, sobre todo, a Javier, su director, que iba introduciendo los temas. «Esta canción lleva el nombre de una película», apuntaba ante el graderío. Los ritmos más animados de las clásicas 'Sing, Sing, Sing' de Louis Prima o 'In the mood' de Joe Garland eran los más aclamados.

La principal anécdota la protagonizó, muy a su pesar, la única chica de la Big Band, que firmó unos brillantes solos de clarinete en la famosa 'Fly me to the moon' que tantó cantó Sinatra. «Se llama Ángela», bromeaba Javier sobre su compañera ante el clamor del público y el consiguiente rubor de la joven. Durante unos segundos, Ángela se llevó cientos de almas a la luna.

El fin de fiesta llegó de la mano del tema que Henry Mancini compuso para 'La pantera rosa'.

Ante las primeras y reconocibles notas, los vítores se impusieron en la sala y todos los presentes seguían el ritmo con alguna parte del cuerpo, hasta los funcionarios reían. Durante un momento, todos eran un solo ser a merced de la música. Todos iguales. No es la primera vez que las notas se adentran por los pasillos del centro penitenciario portuense, ya que algunos de los internos han montado talleres de bailes latinos o incluso un grupo de música que planea dar pronto un concierto para los familiares, cuenta uno de los profesores. «Esto es muy importante para ellos, como las clases que dan por las mañanas», apunta la profesora de Lengua e Inglés. Tras el recital, todo vuelve a la normalidad. Los internos de confianza recogen las sillas, mientras la mayoría sale al patio a buscar el calor de los rayos de sol un rato antes de la comida.