El preso 44.904 de Buchenwald
La muerte de Jorge Semprún cosecha el elogio unánime de intelectuales y políticosLos restos mortales del escritor recibirán sepultura este domingo en una ceremonia laica en la localidad francesa de Garentreville
MADRID.Actualizado:Rara vez la figura de un político e intelectual suscita el elogio unánime que Jorge Semprún Maura cosechó en su último adiós. Todo el espectro político alabó su compromiso intelectual y su lucidez para denunciar los totalitarismos y la barbarie del siglo XX que padeció en carne propia y que dio pie a una de las grandes obras memorialísticas contemporáneas. Tanto en Francia como en España políticos e intelectuales de todo signo glosaron su insobornable independencia y sus logros literarios que pervivirán en su legado. Tanto el presidente español José Luis Rodríguez Zapatero como su colega Nicolás Sarkozy elogiaron la figura y la obra del testigo privilegiado de un siglo terrible. Un resistente que sobrevivió a la barbarie para vacunarnos contra ella en una obra de singular altura.
Los restos mortales de Jorge Semprún recibirán sepultura este domingo en una ceremonia laica, en la localidad de Garentreville, donde la familia de su esposa posee un panteón. No se cumplirá su deseo de ser enterrado en Biriatou expresado por su 'alter ego', Federico Sánchez, en 'Adiós, luz de veranos' donde aspiraba a ser enterrado «con mi cuerpo envuelto en la bandera tricolor -rojo, gualda, morado- de la República». Al sepelio y las honras fúnebres acudirá en representación del Gobierno español la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, titular de la cartera que el propio Semprún ocupó entre 1988 y 1991.
Arriba y debajo de los Pirineos políticos, escritores, cineastas, artistas e intelectuales recordaron el talante democrático y comprometido con la libertad de Semprún, intelectual sin pelos en la lengua, narrador de larguísimo aliento, ensayista y guionista que acertó a diagnosticar con lucidez los males de un siglo terrible, que escribió páginas tan oscuras de la historia de la humanidad como el Holocausto y el gulag. El preso 44.904 del campo de concentración de Buchenwald fue un español en París y un francés en Madrid que dejó una profunda impronta en la cultura de ambos países.
La noticia de su muerte abrió los principales informativos en Francia, mientras que España recordaba su lucha en la clandestinidad contra el franquismo y bajo identidades muy diversas, su expulsión del comunismo ortodoxo encarnado por Carrillo y Pasionaria y su gestión como ministro de Cultura. La prensa francesa reconocía que de no haber sido por su empeño en mantener la nacionalidad española, Semprún habría formado parte de la Academia Francesa. No en vano el grueso de su obra está escrito en el francés que adoptó como lengua de creación en su adolescencia y que alternó con el español solo en sus últimos libros.
El presidente del Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero, recordó a Semprún como «un militante de las libertades, de la cultura, del pensamiento». Destacó su labor política como «buen ministro de Cultura del Gobierno de España» a quien «todos debemos recordar, homenajear y sentir su pérdida». «Semprún está ya siempre en la historia de los mejores demócratas de Europa y de España» afirmó.
Para el presidente de la República Francesa, Nicolás Sarkozy, fue «una figura tutelar entre los escritores comprometidos del siglo XX». Su poliédrico talento como novelista, memorialista, ensayista y guionista de cine contribuyó, según Sarkozy, a «la comprensión de los resortes del totalitarismo». «Semprún fue uno de los últimos grandes protagonistas de una época trágica pero radiante de la historia intelectual y literaria de nuestro país» aseguró el mandatario galo que recordó cómo el intelectual era un «francés de adopción para quien la Plaza del Panteón era el centro del universo».
El expresidente Felipe González recordó a Semprún al que nombró ministro como una persona de «inmensa valía personal» y «un fantástico ministro de Cultura, un social demócrata liberal, un hombre muy profundo y casi un enciclopedista como los grandes de la ilustración». Ángeles González-Sinde se refirió a su antecesor en el cargo como a «un referente en lo literario y en lo político, un gran luchador por la Europa democrática». Para la actual ministra de Cultura Semprún es «una referencia, en lo personal y en lo profesional». Ha leído Sinde «con gran interés y emoción» los libros «en los que habla de su experiencia en el campo de concentración de Buchenwald» y en su despacho tiene «sus memorias políticas, 'Federico Sánchez se despide de ustedes'» de la que extrae lecciones políticas.
Dignidad y entereza
El académico y premio Nobel Mario Vargas Llosa también elogió la figura y la obra de su colega. Para el escritor peruano-español, la obra de Semprún, a quien trató mucho en su etapa parisina, «quedará como un testimonio extraordinario del siglo XX, el testimonio vivo de una época dramática y terrible de la historia moderna». Colocó a Semprún «en la línea de esos escritores que fueron hombres de acción, como Malraux o Lawrence».
Desde las filas del PP, el portavoz de Cultura, José María Lassalle, se sumó al elogio al escritor y político fallecido el martes en París. «Semprún ha encarnado algo muy difícil de encontrar, que es un intelectual comprometido con la dignidad del hombre, con la libertad y la democracia, que ha hecho una aportación importantísima al reconocimiento de la cultura española como una de las cosas más grandes que puede aportar nuestro país a la historia del siglo XX».
El diputado de IU Gaspar Llamazares evocó la mirada «joven, no anquilosada y siempre crítica» de un Semprún al que «hasta la propia democracia le parecía mejorable». Su figura encarna, a juicio del diputado Llamazares, «lo mejor de nuestra historia democrática y de la izquierda».
Para la directora del Instituto Cervantes Carmen Caffarel, Semprún fue «un referente imprescindible de la dignidad y la entereza de los grandes hombres».