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Carlos García

Los hechos y no las opiniones son determinantes en los hombres y hacen encoger a las ideologías

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Es difícil hablar bien de un político sin levantar sospechas. Tomados como un todo no les debo nada. Pero cuando me paro en los que creo conocer bien -por sus hechos, claro-, entonces cambian las apreciaciones. Los hechos y no las opiniones son determinantes en los hombres y hacen que las ideologías encojan y pierdan sentido. Si pienso en los hechos pienso en las personas y no en los catecismos; si me detengo en las obras valoro a los hombres y no a las siglas que los amparan; si me acerco a lo que hacen no me queda más remedio que entenderlos. O intentarlo. Intento evitar prejuicios y opiniones ajenas por muy cercanas que me sean. ¿Quiénes son los falsos profetas?, preguntaban a Mateo. Por sus frutos los conoceréis, respondía el evangelista.

Probablemente no les diga nada el nombre de Carlos García. Carlos es el único concejal que el Partido Popular tiene en Elorrio, un lugar en el que los de Batasuna antes, los de Bildu ahora, se mueven con la libertad que les da saber que esa tierra les pertenece. Elorrio funciona para ellos como un feudo. Bildu tiene seis concejales y el PNV otros seis. Pues bien, el próximo sábado Carlos sumara su voto a los del PNV y hará que una mujer de ese partido sea alcaldesa de una localidad en la que están ausentes normalidad y democracia.

Lo que hace especial al concejal del PP es la forma en que explica su voto; la manera con que hace frente a insultos, calumnias, infamias y amenazas. Esta solo y estará ahí aguantando el temporal de un grupo que no entiende que la suma de escaños de dos partidos demócratas permita gobernar a quienes son de Bildu. Carlos ha hecho campaña casi a escondidas; a escondidas dejaba la propaganda electoral debajo de las ventanas, en los bancos de la iglesia; a escondidas hablaba con vecinos a los que no quería señalar porque alguien los viera con él, la extrema derecha española, que dicen los de Bildu.

He hablado con Carlos dos veces. No tiene miedo, se siente libre, habla bien de la que va a ser alcaldesa, la peneuvista Ana Otaduy, y dice de ella que a él lo que le importa es que la conoce, que es buena persona. Dice que quiere que su voz sea también la de los concejales del PSOE, que no han sacado ningún representante. Le escucho y me pregunto: ¿Haría yo esto? Y me respondo: No. Le escucho y pienso: Democracia, cuántas tonterías se dicen en tu nombre. Y pienso más: Qué difícil es ser eso, un demócrata.

Gracias Carlos por tu decencia. Y por recordar sin pretenderlo a Mateo: Guardaos de los falsos profetas, que vienen vestidos de ovejas, pero que por dentro son lobos rapaces. Por sus hechos los conoceréis el sábado, justo cuando el voto de este concejal digno y valiente haga que una de sus vecinas, una buena persona, sea la alcaldesa de Elorrio.