La alerta alemana no ha logrado que el consumo de hortalizas descienda en la provincia. :: MACARENA CORRALES
la janda - consecuencas del brote infeccioso

El kilo de tomates, a 30 céntimos

Las explotaciones de Conil y la Costa Noroeste son las que más se resienten con la saturación del mercado nacional La crisis del pepino hunde el precio de la fruta y la verdura en origen

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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De poco o nada sirven las campañas publicitarias que incitan al consumo de hortalizas, ni que la consejera Clara Aguilera apareciera públicamente comiendo pepinos para garantizar la seguridad del producto. El problema no está en el mercado nacional, que no se ha visto intimidado por la alerta de Alemania y su posterior rectificación, sino en el extranjero, que aún mantiene cerrada la venta a los agricultores españoles.

La caída de las exportaciones ha sobredimensionado la oferta en el país y tirado por tierra el precio de las hortalizas, verduras y frutas. El kilo de tomate, uno de los productos estrella de la huerta conileña se paga hoy a los agricultores por la mitad que hace tres semanas. De 60 a 30 céntimos en menos de un mes, lo que pone en riesgo las 12.900 hectáreas de hortícola al aire libre que se cultivan en la provincia.

El presidente de la cooperativa Nuestra Señora de Las Virtudes, de Conil, Bartolomé Ramírez, lamenta que productos de tan alta calidad no tengan cabida en el mercado. Según explicó «esta bajada de precios ha sido generalizada y nos afecta mucho, especialmente a los pequeños productores». El caso de la comarca de la Janda es especial, porque vende principalmente en España, apenas existe exportación, dado que la recolección no es grande y cuenta con un enorme número de productos. Otras zonas como la campiña jerezana, Arcos y la Costa Noroeste se han visto más duramente afectadas por la crisis del pepino, son las que tienen una mayor extensión de cultivo. «Hasta que no se restablezcan las exportaciones, no volveremos a la tranquilidad», advirtió este agricultor. El sector hortofrutícola lleva bastante tiempo arrastrando una inestabilidad de precios y una presión muy ajustada respecto a los costes de producción y «la alarma alemana le ha dado la puntilla», cuenta Miguel Pérez, secretario provincial de COAG. Esta organización agraria realiza informes sobre los daños que ha provocado la crisis del pepino y asesora a los agricultores. Pero el abanico de productos afectados es mucho más amplio que las hortalizas de ensalada.

«El tomate sin duda es el más perjudicado, pero también lo es el calabacín blanco, muy habitual en nuestra provincia», explica. En este último caso, los precios han caído de los 30 a 40 céntimos por kilo en origen a unos diez o cinco. Cuenta Miguel Pérez que «el pepino aquí es residual, aunque también se ha visto afectado como la patata, la remolacha de mesa o los puerros».

Y la gran duda es por qué el consumidor no nota los efectos de esa bajada en su cesta de la compra. Miguel Pérez recalca que ese problema no es nuevo. La diferencia de precios entre origen y destino puede ser de hasta el 450%, calcula el secretario provincial de COAG y el principal motivo es que los productores están muy atomizados y cuentan con muchas dificultades para unirse en cooperativas, mientras que por arriba se encuentran las grandes empresas, que están sacando tajada de la situación.

«Hay productos que no tienen una repercusión y se venden a precios de risa que no cubren los costes de producción», explica Pérez, luego el consumidor paga el kilo por encima del euro.