Una huida desgraciada
BILBAO.Actualizado:La rabia adolescente, combinada con la inconsciencia y una terrible fatalidad, acabó con la vida de Jenni. La niña, de 13 años, murió el lunes por la noche en Bilbao tras intentar huir de su habitación, donde había sido encerrada por sus padres tras mantener una «fuerte discusión» porque «quería salir de casa para estar con su novio», según varios allegados. Quizá influida por una película, por alguna novela romántica, tuvo la ocurrencia de atar varias sábanas a la pata de su cama para descolgarse hasta la calle, pero su pesó venció la endeble escala y cayó desde un quinto piso. Jenni murió en el acto ante la atónita mirada de vecinos y familiares, que ni siquiera pudieron acercarse al cuerpo inerte, que quedó tendido en un patio interior de difícil acceso.
Ayer, los transeúntes que pasaban por la calle San Francisco, en Bilbao la Vieja, no podían evitar alzar la mirada hacia el quinto piso del número 53, donde vivía Jenni con sus padres y sus cinco hermanos pequeños y donde tuvo lugar la fatal chiquillada. Según algunos testimonios, la relación entre la pequeña y su padre, conocido como 'el Nine' entre la comunidad gitana a la que pertenecían, «no eran muy buenas» debido a la supuesta relación de la menor con un joven de origen árabe. «Parece que los padres no lo veían bien», aseguraron.
«¡Qué desgracia, señor!», se lamentaba Encarnación, que identificó a Jenni como «nieta de un primo mío, del Jaime». La mujer, vecina también de la familia, oyó a esas horas cómo la adolescente, a través del patio, llamaba a su hija Mónica. «Quería que mi niña llamase a su otra prima para hablar con ella. Pensé que eran cosas de chiquillas». Quizá quería hacerle cómplice de sus planes de escapada. Lo siguiente que oyó Encarnación fue el ruido seco del impacto del cuerpo contra el cemento. «No sé qué pasó, ni por qué discutieron, solo miro para dentro de mi casa», dijo con discreción, antes de marchar a la iglesia evangélica de Los Caños, en Santutxu, donde amigos y familiares velaron durante horas el cadáver.
Inés, desde el piso inmediatamente superior al domicilio donde ocurrieron los hechos, también fue testigo involuntario de la trifulca. «La chica quería salir a la calle y se oía a la madre decirle que no. Después oí un golpe y me asomé a la ventana y allí estaba el cuerpecillo», explicaba la mujer, casi al borde del llanto. «Tardaron muchísimo en sacarlo de ahí», recordaba Inés, que apenas trataba a la familia.
Ayer al mediodía, un grupo de gitanos, de negro y con gesto adusto, acudieron a casa de 'el Nine', aunque el matrimonio no está allí sino en la de los padres de él, en Santutxu. Rosario, una mujer mayor de riguroso luto que confesó que la pareja se dedica a la venta ambulante, explicó que «están destrozados. Él dice que se quiere matar». De hecho, según los testigos, el hombre intentó lesionarse con un cuchillo tras conocer las dramáticas consecuencias del castigo que había impuesto a su hija. «Yo solo digo una cosa: ¿qué madre va a querer algo malo para su hija?», se preguntó la mujer.