El Perú más rico recela de la mano tendida de Humala
El ganador de las presidenciales llama a las «fuerzas productivas a unir y mejorar el país», al tiempo que promete preocuparse por los más desvalidos
Actualizado:Ollanta Humala asumirá el 28 de julio la presidencia de Perú tras superar por una escasa diferencia de dos puntos a su rival, Keiko Fujimori. Al celebrar su victoria, reconocida rápidamente por su adversaria, el exmilitar se comprometió a liderar un gobierno de concertación para dirigir un país muy polarizado.
Cuando la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) había contabilizado anoche el 89,16% de los votos, Humala obtenía el 51,34% de los sufragios (7,1 millones) frente al 48,66% (6,8 millones) de la hija del expresidente encarcelado Alberto Fujimori. Se trata de una diferencia de 374.855 votos prácticamente imposible de revertir, porque en las zonas rurales donde aún faltan por escrutarse el total de las papeletas los porcentajes que favorecen al futuro mandatario eran apabullantes. Keiko Fujimori ganó en Lima, pero la diferencia a favor de su adversario en el resto del país era tal que compareció ante sus seguidores para admitir la derrota y desde entonces no se la ha vuelto a ver.
El premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, uno de los más conocidos defensores de Humala, corrió para tranquilizar frente a los temores de cerca de la mitad de la sociedad peruana. «El triunfo de Humala no pone en peligro el futuro económico», dijo. Pero sus palabras no convencieron a los inversores, por lo que la Bolsa reaccionó con una brusca caída del 8,7% y las transacciones fueron suspendidas durante dos horas. El mercado cambiario también se resintió. Los agentes económicos no ocultaban su nerviosismo por la victoria del «amigo de Hugo Chávez» y cruzan los dedos para que el antiguo militar golpista de 48 años cumpla lo prometido en campaña: garantizar la propiedad privada, la libertad de expresión y trabajar para que el crecimiento sostenido de los últimos años -entre el 7% y el 8 %-, que ha hecho de Perú uno de los países más apetecibles para las inversiones extranjeras, siga por la misma senda.
Humala cambió de cara a la segunda y definitiva vuelta electoral, no solo de imagen. Dejó atrás el rojo chavista para enfundarse una camisa azul y trajes conservadores sugeridos por los dos asesores que trabajaron con el exmandatario brasileño, Luis Inazio Lula da Silva, su nuevo modelo. Pero tan importante o más fueron los tres cambios introducidos en su programa de corte socialista para moderar el discurso y los planes. El último era casi una copia de propuesto por el expresidente Alejandro Toledo.
Herencia de Toledo
El candidato descartado en la primera vuelta sentó las bases para el repunte económico del que goza el país y desde que quedó fuera de juego tuvo claro su apoyo a Humala. Durante su mandato -la Constitución peruana prohíbe la reelección inmediata-, Toledo no pudo profundizar su plan económico para ampliar las mejoras a las políticas sociales.
No obstante, durante su mensaje a los 10.000 simpatizantes que coreaban «sí se pudo» en la plaza 2 de Mayo, el ganador habló del tiempo que llevaban esperando un gobierno que se preocupe por los pobres, los más desvalidos, los desamparados, los niños que trabajan en las calles... «Tiene que cambiar esto, y para este cambio es que estoy aquí. Solo me interesa cumplir lo que he ofrecido al pueblo peruano», expresó.
Aseguró que implementará una economía abierta y de mercado que consolide y fortalezca la interna. Para ello convocó a «todas las fuerzas productivas de la nación para unirla y mejorarla. Por eso vamos a hacer una transformación de la agricultura, la agroindustria, la agroexportación, la ganadería, el turismo, las industrias nacionales, para que generen más empleo y haya más plata». Y en política exterior apuntó que fomentar la integración latinoamericana.
Los analistas esperan ansiosos la composición de su gabinete, especialmente los nombres de los ministros de Economía y Asuntos Exteriores, para que Humala comience a mostrar la voluntad de moderación prometida. Muchos peruanos no acaban de confiar en él y temen que una vez en el poder saque las garras.