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Sede de Dignitas en Pfaeffikon. El piso de la muerte está en Zurich. :: AFP
Sociedad

El sueño truncado de Daniel

De estrella del rugby a paralítico en un lance. Tenía 22 años. Sus padres le acompañaron al piso suizo

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El sueño de Daniel James era levantar algún día la copa del Torneo de las Seis Naciones vistiendo una embarrada camiseta con los colores de Inglaterra. Nacido en un hogar en el que el rugby era casi un estilo de vida, a los 22 años ya había vestido la elástica de la selección inglesa sub 16 y cosechado títulos estatales estudiantiles. Aquel lluvioso día de marzo de 2007, mientras entrenaba a pleno pulmón en Worcester con sus compañeros de melés del Nuneaton Club, tampoco se lo pensó a la hora de enfrentarse a un muro de brazos, sudor y torsos rocosos. Nunca esquivaba un duelo. Por algo le apodaban 'Cowboy'. Pero la suerte le abandonó aquella tarde. Daniel se partió el espinazo en un encontronazo inhumano. Y su sueño se truncó.

Una fractura lumbar dejó a Daniel paralizado del pecho hasta los pies. Una docena de operaciones y ocho meses en un hospital solo consiguieron que el joven inglés apenas recuperara levemente la movilidad en los dedos de las manos. Y Daniel hizo lo que nunca había hecho sobre el campo de rugby: aceptó la derrota. En septiembre de 2008 se convirtió en el británico más joven en dejarse morir con el pentobarbital en los labios y el piso de Dignitas como escenario. Hasta allí fue de la mano de Mark y Julie. Sus padres. «No estaba preparado para una existencia de segunda clase. Su muerte fue una pérdida extremadamente triste para nosotros, pero sin duda le alivió de la prisión en que sentía que se había convertido su cuerpo», aseguraron los progenitores a 'The Times'. Muchos cargaron contra los padres de Daniel por permitir su muerte y pusieron sobre la mesa el caso de Roger Addison, otro joven inglés de 21 años que quedó paralítico jugando al rugby. Él apostó por la vida. Y sus familiares lo cuidan desde hace 40 años.

Los británicos figuran a la cabeza de los europeos que miran a Suiza para pedir una cita con la muerte. Un final a veces en vivo y en directo. El último sorbo de Craig Ewert (con un respirador en una foto en la página anterior) conmocionó a los ingleses. Un documental de Sky Television mostró al profesor universitario con parálisis cerebral viajando a Zurich y bebiendo el barbitúrico. Antes dijo estas palabras: «Soy una cáscara vacía, una tumba en vida a la que llegan los nutrientes por un tubo al estómago. Amo la vida, pero no torturado». Algo parecieron debieron comentar las 130 personas a las que ayudó a morir Jack Kevorkian, el médico estadounidense conocido como el 'doctor muerte' por su firme defensa de la eutanasia. Falleció el viernes a los 83 años de edad en un hospital de Michigan, donde estaba ingresado debido a una neumonía y a una dolencia renal.