CARTAS AL DIRECTOR

Transgénicos

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El artículo titulado 'La salud en el plato' afirmaba que la pérdida de calidad de vida es consecuencia de la moderna alimentación.

Defiende la de antaño como mejor para nuestra salud, pero no recuerda que hace muchos años lo que se ponía en el plato llegaba sin ningún tipo de requisito ni control sanitario.

También subraya que los alimentos transgénicos son de «dudosa calidad». De acuerdo con los protocolos de aprobación científica de todos los organismos internacionales -en la UE, de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria- hay tres condiciones necesarias pero no suficientes para aprobar un alimento transgénico: que en comparación con el mismo alimento sin modificación genética sea igual desde el punto de vista nutricional, igual desde el punto de vista alergénico e igual desde el punto de vista de seguridad.

Es lo que se llama el principio de «equivalencia sustancial». Con esto quieren decir los científicos que un alimento transgénico es sustancialmente equivalente a su homólogo convencional; es decir, tiene la misma dudosa calidad, nefasta o excelente calidad, ni más ni menos que el otro.

Un principio que ha llevado a estados avanzados como EE UU o Canadá a no obligar a su etiquetado.

Cada cual es libre de apoyar o consumir alimentos transgénicos, pero este, sin duda, tampoco es un argumento para cuestionarlos.