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Yemen celebra con un alto el fuego la marcha de Saleh
El vicepresidente se reúne con el principal líder tribal para cesar los combates, mientras el mandatario promete regresar en unos días
Actualizado: Guardar«Yemen es más bonito sin ti». Las primeras veinticuatro horas sin Alí Abdulá Saleh se vivieron en Yemen con una mezcla de alegría e incertidumbre. Miles de personas se echaron a las calles de las principales ciudades con banderas en las manos y gritando eslóganes celebrando el fin del régimen. En Saná, la 'plaza del cambio' -donde los opositores llevan acampados desde hace cuatro meses exigiendo de forma pacífica la dimisión del mandatario- fue escenario de fuegos artificiales y marchas de alegría.
En los despachos también se vivió un día frenético y el nuevo presidente en funciones -el hasta ahora vicepresidente Abd-Rabbu Mansur Hadi- se reunió con el principal líder tribal del país para firmar un alto el fuego que ponga fin a dos semanas de combates. También mantuvo una conversación con el embajador de Estados Unidos, según la agencia oficial Saba, para informarle de que los acuerdos de cooperación en materia antiterrorista seguirían vigentes.
El jeque Sadeq al-Ahmad se levantó en armas el pasado 23 de mayo y tras el acuerdo para el fin de las hostilidades anunció que sus hombres abandonarían los edificios oficiales que ocupaban en las últimas dos semanas al norte de la capital, entre ellos la sede central del Congreso General Popular, partido del presidente.
Nuevos combates
La noticia del alto el fuego se produjo después de una mañana en la que se volvieron a producir combates en el barrio norteño de Hasaba donde está el cuartel general de la milicia del jeque Al-Ahmad y, citando fuentes médicas, la agencia Reuters aseguró que al menos dos personas murieron por la explosión de una granada en un puesto de control militar. También hubo enfrentamientos en las calles de Taiz, al sur del país, donde las fuerzas de seguridad volvieron a abrir fuego contra un grupo de manifestantes que trataba de acceder al palacio presidencial.
La explosión del viernes en la mezquita del palacio presidencial -de la que Saleh acusó a los hombres de Al-Ahmad, pero que este negó de forma tajante- ha dado un giro total a la situación. A última hora del sábado el presidente aceptó el consejo de los médicos de desplazarse a Arabia Saudí para tratarse de sus heridas y, según un comunicado difundido tras someterse a dos operaciones, «se encuentra mejor y volverá a Yemen en cuestión de días», algo que muchos empiezan a dudar seriamente.
Saleh abandonó el país junto a más de treinta miembros de su familia, pero parece que en Saná quedaron sus hijos y sobrinos, encargados de controlar la cúpula militar que desde el comienzo de la crisis ha sido fiel al mandatario. La figura más destacada es su hijo mayor Ahmed, la persona que todos veían como sucesor del jefe del Estado hasta el estallido revolucionario de enero y que está al frente de la Guardia Republicana.
«Es un día destacado para todos los yemeníes», declaró al periódico local 'Yemen Times' el activista de la oposición Khalid al-Anisi desde la 'plaza del cambio' donde alertan de que, como en Egipto o Túnez, las fuerzas de seguridad leales al presidente desaparecerán de escena y por tanto hay que estar atentos para evitar saqueos y mantener la seguridad en las calles.
El nuevo Yemen post-Saleh nace repleto de dudas ante un futuro marcado por la grave situación económica y las luchas internas entre las tribus para hacerse por el control. Los opositores de la 'plaza del cambio' -que desde el comienzo han optado por medios pacíficos siguiendo los ejemplos tunecino y egipcio- sueñan con una transición hacia la democracia, pero saben que les queda un largo camino por delante.