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Llamada de teléfono, flechazo y boda

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Tenía 17 años cuando conoció al que sería su futuro marido, el vallisoletano Alberto Alonso, en un campamento organizado por las Juventudes Socialistas en el Mar Negro. Era el premio que recibían del gobierno comunista los buenos estudiantes y ella ganó una Olimpiada de Economía Política. El verano pasó y los años, también. Los obstáculos para escapar al férreo régimen, aunque ya en descomposición, del dictador Ceaucescu le hicieron desistir de abandonar el país. Así que, tras licenciarse en Economía, comenzó a trabajar en distintas empresas avícolas y en el Instituto de Investigación de la Patata. Nunca imaginó que la ejecución de Ceaucescu, el día de Navidad de 1989, cambiaría su vida. Una inesperada llamada de Alberto para saber cómo se desenvolvía en su convulso país se transformó, en 1991, en un visado para España. Flechazo y boda. La ceremonia religiosa se celebró en Sibiu, su ciudad natal, según el rito ortodoxo. Ahora tienen dos hijos españoles. Dana trabaja de mediadora intercultural de la ONG Procomar Valladolid Acoge. Atiende, asesora y ayuda a tramitar los papeles de empadronamiento y residencia a todos los rumanos que llegan en busca de trabajo, ayuda y vivienda. Que no son pocos. Pero hasta las ONG llega la crisis. A Dana, en Valladolid, y a Vasilica, en Madrid, les han impuesto la media jornada.