Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
Ratko Mladic, durante su declaración ante La Haya. :: AFP
MUNDO

Clases de pintura e inglés para Mladic

El exgeneral comparte junto a antiguos aliados y enemigos la modélica prisión de La Haya

IÑAKI CASTRO CORRESPONSAL
BRUSELAS.Actualizado:

Ratko Mladic no tiene una celda con vistas al mar, pero casi puede escuchar el rumor de las olas. El exgeneral serbobosnio ingresó el pasado martes en la prisión de Scheveningen, un coqueto barrio de La Haya asomado a un arenal muy popular entre los aficionados al windsurf. El último gran criminal de guerra de los Balcanes disfrutará mientras dure su juicio de unas instalaciones carcelarias modélicas con visitas diarias y multitud de actividades. Los internos aprecian especialmente las clases de inglés e informática, pero también pueden aprender a pintar o ir al gimnasio.

La prisión de Scheveningen es uno de los mayores centros penitenciarios de Holanda. Parte de estas instalaciones, sin embargo, se utilizan para los distintos procesos que se llevan a cabo en el marco del Tribunal Penal Internacional. Sus corredores albergan a algunos de los criminales más odiados y sanguinarios que se recuerdan. Pese a las acusaciones que pesan sobre ellos, la corte sostiene que durante su detención deben gozar de unas condiciones adecuadas que garanticen su «bienestar mental, físico y espiritual».

El Tribunal Penal para la antigua Yugoslavia (TPIY), creado en 1993 bajo mandato de Naciones Unidas, es uno de los órganos judiciales que utilizan las instalaciones holandesas. Allí se encuentra actualmente Radovan Karadzic, que formó tándem con Mladic en su intento por borrar de Bosnia a musulmanes y croatas. También ocupan celda figuras como Charles Taylor, el expresidente liberiano que se metió de lleno en el conflicto interno de Sierra Leona para hacerse con el control de los 'diamantes de sangre'. Otro conocido preso es Thomas Lubanga, un señor de la guerra de Congo acusado de reclutar niños soldado.

Todos ellos disfrutan de unas condiciones ejemplares. En el ala de la prisión dedicada a la antigua Yugoslavia, las celdas son de 15 metros cuadrados. Mladic tiene ya a su disposición los enseres básicos, pero también un ordenador y televisión vía satélite. Al igual que sus compañeros, cuenta con la computadora para que pueda trabajar en su caso, aunque no tiene ni e-mail ni conexión a Internet. Las instalaciones del habitáculo se completan con un teléfono cuyo uso está supervisado por el personal de la cárcel.

Decoración infantil

Los internos permanecen en sus celdas entre las 21.00 horas y las 7.30 de la mañana. Durante el resto del día, disfrutan de una serie de actividades para que su vida «sea lo más normal posible», según los responsables del TPIY. El acceso de familiares es muy frecuente y la prisión cuenta con salas especiales en las que destaca la decoración infantil. Los abogados tienen acceso ilimitado a los acusados y la confidencialidad de las conversaciones también está protegida a través de espacios privados. El tribunal recuerda que las inspecciones de celdas son habituales, al igual que la posibilidad de activar las cámaras situadas en los habitáculos.

Las reglas de la prisión garantizan una hora diaria en el patio exterior. Tampoco faltan las actividades interiores para que los detenidos puedan aprovechar el tiempo. Las clases más demandadas son las de inglés -dos por semana- e informática, pero también pueden aprender a pintar, manualidades e incluso literatura. En un plano más deportivo, cuentan con gimnasio y una pista multiusos para jugar a fútbol, voleibol y baloncesto.

Después de un conflicto intestino como el de los Balcanes, cualquiera podría pensar que las facciones que se enfrentaron no pueden ni verse. Tras los muros de Scheveningen, sin embargo, conviven con aparente tranquilidad serbios, croatas y musulmanes. «La guerra nos separó, pero La Haya ha vuelto a unirnos», escribió en un libro sobre su tiempo tras las rejas Sefer Halilovic, un antiguo general de los bosnios fieles a Alá que fue absuelto por el TPIY. Claro que las reglas de Scheveningen prohíben expresamente hablar de política y de la marcha de los casos.

Otro antiguo preso, el exministro de Interior macedonio Ljube Boskovski, recordó a Reuters una anécdota que ilustra el ambiente de camaradería creado en la cárcel. Ocurrió tras la detención de Ante Gotovina, un antiguo general del Ejército croata condenado recientemente a 24 años de prisión por crímenes contra los serbios. Gotovina llegó a La Haya en camisa de manga corta porque había sido detenido en Tenerife. «El problema quedó resuelto cuando Slobodan Milosevic -expresidente de Serbia- le prestó un jersey», desveló Boskovski.

Las quejas por algunos servicios de la cárcel también han unido a las etnias de la desaparecida Yugoslavia. La mayoría de los presos reniegan de la comida porque la verdura no está suficientemente cocida y las raciones son pequeñas. Por ello, se reúnen habitualmente en torno a la cocina que tienen a su disposición y preparan los platos a su gusto. La segunda cuestión que más les desagrada es la larga cola para el dentista. A partir de ahora, Mladic también tendrá que esperar su turno.