opinión

Chapuza alemana

La irresponsable acusación se suma a las mentiras lanzadas por Merkel sobre las jubilaciones y los horarios laborales en España

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Parece que ha llegado la hora de desterrar la imagen de Alemania como país riguroso, organizado y eficaz. La irresponsable acusación lanzada en aquel país contra el pepino español como responsable de las más de quince muertes registradas en Alemania en los últimos días, es una síntesis perfecta de la mala fe, ausencia absoluta de rigor y , si me apuran, xenofobia, que definen a aquel país. Lejos de la eficacia, Alemania se mueve más bien en la chapuza.

Ante un grave problema, la muerte de ciudadanos alemanes de manera concentrada en el tiempo, una irresponsable política alemana, Cornelia Prüfer-Storks, decide que el culpable de esas muertes es el pepino español. Hace tan grave acusación sin ningún rigor, sin pruebas contundentes, sin conclusiones científicas que lo avalen; se afirma sin fisuras que el pepino español es el que ha matado a los ciudadanos alemanes y se pretende con eso zanjar el asunto. Ya sabemos que encontrar culpables es una forma urgente de buscar consuelo: ante la alarma creada en Alemania por los fallecimiento, se decreta al pepino responsable criminal. Se echa así la culpa al extraño y se pretende aliviar la tensión entre los propios. Semejante acusación se propaga a la velocidad de la luz, crea un efecto pánico entre los consumidores y hace que durante una interminable semana el pepino español desaparezca de la dieta de miles de europeos que antes lo consumían a diario. El daño ya esta hecho: millones de euros perdidos por los pepinos no vendidos y un daño incalculable para la imagen presente y futura de ese producto al que ya nadie verá con los mismos ojos. Pasados unos días, se rectifica la información pero sin pedir perdón, sin reconocer el error y sin una contundencia pareja a la que acompañó a la acusación.

¿Quién paga esta avería? Desde luego que parece improbable que la senadora alemana que creó la alarma vaya a pagar de su bolsillo los enormes costes, los millones de euros derivados de su acusación. Más bien parece que deberá ser la Unión Europea (UE) la que resarza a los agricultores españoles, tan seriamente atacados. Sería exigible que la tal Cornelia Prüfer-Storks se comiera un pepino español en la plaza mayor de Hamburgo, que no se cómo se llama, que se hiciera una foto que devolviera al producto español parte de la confianza que ella le ha robado. No creo que lo haga. Deberán los agricultores españoles y nuestro Gobierno poner en marcha una campaña para lavar la imagen d e nuestros productos agrícolas en toda España.

La irresponsable acusación contra el pepino español lanzada desde Alemania se suma a las especulaciones sobre nuestra deuda, a las mentiras lanzadas por Angela Merkel sobre las jubilaciones y los horarios de trabajo en España. Una chapuza alemana.