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A rebufo de Leo Messi

España, con tres deportistas, es el segundo país más representado en la lista 'Forbes'. Alonso y Nadal se hallan a las puertas de un top ten que cierra el futbolista argentino

Pío García
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Tiger Woods pensó que se le acababa el mundo en noviembre de 2009. Hasta entonces, parecía el atleta perfecto: elegante, sobrio, cariñoso, simpático, invencible... Las marcas comerciales se lo rifaban y los torneos de golf se pirraban por sus huesos. Nadie discutía su preeminencia. Era el número uno y parecía destinado a serlo durante lustros. No había quien le hiciera sombra.

Pero entonces, en noviembre de 2009, sucedió lo impensable. Un confuso accidente de tráfico destapó que su vida no era tan idílica como la gente pensaba. De pronto, como si hubieran estado escondidas en un armario, empezaron a salirle amantes: todas invariablemente rubias, descaradas y pechugonas. Hubo incluso quien le acusó de racismo. Su matrimonio naufragó, los patrocinadores huyeron y el golfista cayó en una depresión. Primero se reconoció un adicto al sexo, luego buscó consuelo en psicólogos y gurús y acabó retirándose del circuito, abucheado por la puritana sociedad americana. Tiger Woods desapareció durante meses.

Desde entonces, el golfista no ha vuelto a ganar un torneo. Poco a poco, dice que va recuperando las sensaciones con los hierros, pero ya no ocupa el primer lugar en la clasificación mundial. Ahora es el número trece. Y, sin embargo, sigue siendo el deportista mejor pagado del mundo. Con muchísima diferencia sobre el segundo, el baloncestista Kobe Bryant. ¿Cómo se explica esta paradoja?

Woods vuelve a encabezar la lista que anualmente publica la revista 'Forbes', pero sus emolumentos no dependen ya de lo bien que maneje el 'putt' o de lo lejos que mande la bola. Tiger ha ingresado en la categoría de los grandes mitos que pueden tranquilamente vivir de las rentas. Aunque algunos de sus patrocinadores huyeron nada más conocer su escandalosa vida privada (Accenture, AT&T, Gillette, Pepsi), siguen a su lado los dos principales espónsores: Nike y la firma de videojuegos Electronic Arts. Ambos mantienen con Tiger Woods una relación que va más allá de un simple contrato.

Nike descubrió el poder del tigre en 1998. La firma del bumerán no había conseguido penetrar en el exclusivo mercado del golf y buscaba una figura a la que engancharse. Tiger acababa de hacerse profesional, pero maravilló al mundo al adjudicarse el Abierto de Augusta, uno de los grandes torneos mundiales, con 21 añitos de edad. Nike llamó a su puerta inmediatamente. Sobre su imagen joven, fresca y potente, tan distinta de los antiguos tiburones del golf, la marca deportiva consiguió levantar un imperio. Según 'Forbes', el año pasado Nike Golf vendió productos por valor de 638 millones de dólares. Sin Tiger, ese empujón jamás hubiera sido posible.

Electronic Arts (EA Sports) también tuvo el suficiente ojo clínico como para confiar en el golfista negro desde el primer momento. Su primer videojuego, 'Tiger Woods PGA Tour', apareció en 1998. El pasado mes de marzo, lanzaron la decimocuarta edición. Las zozobras sentimentales de su protagonista no le han quitado fuerza comercial: solo en su primera semana en el mercado, el videojuego vendió 225.000 unidades. Nunca se había visto nada igual, ni siquiera cuando Woods estaba en la cúspide de su juego y ganaba los torneos como quien rellena formularios.

Entre las dos firmas, Nike y EA aportan al Tigre la mayor parte de esos 75 millones de dólares (unos 52 millones de euros). El resto le llega por otros contratos publicitarios y por sus ganancias en los circuitos, ahora muy mermadas. Da igual. Su actual sucesor en el número uno del golf mundial, el inglés Luke Donald, ni aparece en la lista de los 50 deportistas mejor pagados. Solo el también americano Phil Mickelson (actualmente cuarto del mundo) le aguanta la mirada a duras penas, con unas ganancias totales de 46,5 millones de dólares (32,2 millones de euros).

El deporte rey

Aunque, en Europa, los aficionados contemplan boquiabiertos los cheques que extienden equipos como el Real Madrid o el Barcelona, la lista 'Forbes' confirma que, al menos en cuanto a sueldos, el deporte rey es el baloncesto. Quince de los cincuenta deportistas mejor pagados militan en la NBA. Un honor que solo comparten seis futbolistas: David Beckham (sexto), Cristiano Ronaldo (séptimo), Lionel Messi (décimo), Kaká (24), Ronaldinho (27) y Wayne Rooney (30). Ni rastro de Casillas, Xavi o Iniesta. Su escasa penetración en el mercado americano lastra la consideración de los jugadores de fútbol como figuras planetarias y les aleja de los pingües contratos publicitarios que sí firman Kobe Bryant o LeBron James. Eso explica también la persistencia de alguna vieja gloria en la lista, como Beckham o Ronaldinho, cuyo declive profesional todavía no ha afectado a su imagen pública.

En el caso del mediocampista inglés, que milita en Los Ángeles Galaxy, su carrera como modelo ha cobrado un nuevo impulso con la celebración de los Juegos Olímpicos de 2012 en su ciudad natal, Londres. La multinacional Samsung ya ha firmado con él un millonario contrato para convertirlo en su imagen olímpica y por la misma senda seguirán otras firmas igualmente poderosas. El icono Beckham amenaza con sobrevivir al futbolista Beckham, que anda ya dando tumbos por ligas exóticas y sin demasiada tensión competitiva. Pero su tirón, su apostura (y quizá también las mañas de su celebérrima mujer) le alcanzan para superar en ganancias a los dos mejores jugadores del mundo, Cristiano Ronaldo y Messi, que, pese a sus contratos fabulosos, ocupan puestos inferiores en la lista.

La crisis se nota

Después de echar un vistazo a semejante cuenta de ganancias, resulta un poco obsceno hablar de crisis mundial, recorte de beneficios y estrecheces económicas. Y, sin embargo, la depresión también se está notando en este mundo de cheques inconcebibles y contratos fabulosos. La lista 'Forbes' se ha elaborado con las ganancias obtenidas por los deportistas en salarios, bonus, patrocinios y publicidad durante los últimos doce meses (de mayo a mayo). En total, los 50 deportistas mejor pagados se llevaron casi mil millones de euros, lo que supone una caída del 11% con respecto al año pasado. Además de la crisis, otros dos argumentos justifican este descenso: por un lado, Tiger Woods ha ganado veintiún millones de euros menos; y por otro, el boxeador Floyd 'Money' Mayweather, segundo en la lista del año pasado con una bolsa de 45 millones de euros, ha desaparecido por no haberse calzado los guantes en todo el año. Tenía dinero de sobra.

Ni Casillas ni Torres ni Xavi. Ningún futbolista español, por muy campeón del mundo que sea, aparece en la nómina de los cincuenta deportistas mejor pagados del mundo. Y eso que España y Gran Bretaña, con tres representantes cada uno, ocupan un simbólico lugar en el podio, aunque a mucha distancia de Estados Unidos (29), cuyo dominio resulta apabullante.

Fernando Alonso y Rafa Nadal han estado a punto de entrar entre los diez mejores, pero les ha faltado un empujoncito. Alonso es el segundo piloto de Fórmula 1, gracias, sobre todo, a su contrato con Ferrari. En total, el asturiano ingresó 22,2 millones de euros. Su enemigo íntimo Lewis Hamilton le pisa los talones, pero debe conformarse con la decimoquinta posición. El hombre de McLaren alcanza los 20,8 millones de euros y completa su salario en la marca británica con un contrato con Reebok que le reporta 2,78 millones de euros al año. Ninguno de los dos, no obstante, ha logrado aún superar al heptacampeón del mundo Michael Schumacher. A sus 42 años, el piloto alemán es el deportista más veterano entre los 50 escogidos y, pese a su discreto rendimiento en BMW, todavía mantiene su antiguo tirón publicitario. 23,6 millones de euros se llevó a casa el pasado año. El vigente campeón del mundo, y máximo favorito para reeditar triunfo, el también alemán Sebastian Vettel, ni siquiera entra en la lista. Aún tiene que hacer más méritos.

En cambio, resulta difícil hacer más méritos que Rafa Nadal. Sin embargo, el mallorquín puede aún mirar con envidia la cuenta corriente de Roger Federer. Aunque su juego en la pista ya no sea tan chispeante, la precisión y elegancia del suizo le convierten en un modelo publicitario muy apetecible. Roger se coloca en el cuarto lugar de la lista de ganancias, mientras que Rafa, número uno del mundo, debe conformarse con el puesto número doce, con 21,9 millones de euros en el bolsillo. La mayor parte de los ingresos de los tenistas tienen orígenes publicitarios. De los circuitos, y en un año magnífico, lleno de títulos y gestas, Rafa solo sacó 7,3 millones de euros. El serbio Novak Djokovic, que amenaza el reinado de Nadal, todavía no consigue meterse en la lista 'Forbes'.

Sí lo hace, aunque por los pelos, Pau Gasol, que completa el tridente español. La revista reconoce su importancia sustantiva para que su equipo, Los Angeles Lakers, ganara los dos últimos anillos de la NBA. Pero el pívot catalán, con 13,1 millones de euros, todavía queda lejos de su compañero de equipo Kobe Bryant e incluso de algunos rivales, como el chino Yao Ming o los americanos Dwight Howard y Dwayne Wade, con mayor impacto publicitario.