ASÍ ESTÁN LAS COSAS
Actualizado: GuardarE l vicepresidente del Gobierno y candidato 'in pectore' a la presidencia nacional, el licenciado Alfredo Pérez Rubalcaba y técnico de vuelo de la compañía Iberia en el pasado, inició ayer en Almería su visita a Andalucía para intentar galvanizar a las masas del alicaído socialismo patrio. Una señora muy conocida de la vida pública española y alto cargo directivo del expectante Partido Popular, doña Soraya Sáenz de Santamaría, comentó ayer sin alzar la voz: «Yo creía que Rubalcaba venía a Andalucía para hablar de los pepinos». Un respeto para el vice, señora Sáenz, lo que había que decir sobre los pepinos ya lo hicieron los alemanes días atrás. Por favor, elevemos el nivel del debate político. A veces, se parecen doña Soraya y don Mariano.
Llega, pues, Rubalcaba al sur con más ánimo que un ditero en Gibraltar. Pero el universo socialista andaluz anda más que revuelto, entre otras razones y recuerdos porque el añorado Gaspar Zarrías no es, precisamente, el 'mensajero' que hubiera preferido el inquilino del palacio de los Montpensier, José Antonio Griñán. Y es que hay que recordar que el ilustre e incansable ejecutivo del socialismo andaluz y patrio, el mencionado Zarrías es, desde los tiempos de la mili obligatoria, amigo y cómplice de las ramas más tupidas del árbol genealógico nacional del Puño y la Rosa. Discípulo, amigo y cómplice, pues, de Alfonso Guerra, Felipe González, Manuel Chaves, Carlos Sanjuán, Enrique Linde, y menos de Rafael Escuredo y José Rodríguez de la Borbolla. De forma que cuando el nombrado José Antonio Griñán llega a la presidencia de la Junta sin tener un gesto para la vieja guardia del socialismo, al meritorio y afanado Gaspar Zarrías le parece que Griñán no es, exactamente, un 'pata negra' proveniente de los históricos socialistas de la guerra civil.
Así están las cosas, pues. Griñán tiene todo el derecho del mundo de darle a su presidencia el tono y la textura que le parezca bien, pero en los partidos de izquierda un 'pata negra', como es el caso de Zarrías, posee sentimientos, certezas, costumbres y preceptos que incluso los más meritorios y reconocidos líderes de la marca socialdemócrata, se atreven a cuestionar. Pero, igualmente, desde la otra orilla, Zarrías, también es un intocable. Por todo ello, se percibe, más que se vislumbra, debates a cara de perro e intentos de ajuste de cuentas.