Le llamaban 'El belga'
Actualizado: GuardarTenía 48 años y media vida por delante. Dos hijos, una mujer y más amigos de los que se cuentan con una mano. Se llamaba Carlos Parra Castillo y la muerte le sobrevino cuando conducía su coche, en el kilómetro 28 de la A-8002, entre Castilblanco de los Arroyos y Burguillos, en la sierra de Sevilla. Carlos es la víctima número 554 en la lista de fallecidos en un accidente de tráfico en España este año. Pero no es uno más. En el coche que le trajo la muerte viajaba el torero Ortega Cano. Desde entonces, Carlos Parra ha sido «el otro, el que murió en el accidente de Ortega», famoso y anónimo.
A las 22.39 horas del pasado sábado, los servicios de emergencias recibieron una llamada. Carlos había muerte en el acto y se tardó más de una hora en sacar a Ortega Cano del coche destrozado. Cuando se cruzaron con fatal consecuencia, el torero volvía a su finca La Yerbabuena y Carlos salía a trabajar en un hotel cercano en el que había entrado como empleado recientemente. Cuentan en el pueblo que aquella noche hacía turno para sustituir a un compañero que se lo había pedido.
Ayer, lo incineraron en La Algaba, en una ceremonia a la que acudieron cientos de personas. Antes de ser «el otro, el que murió», Carlos Parra era 'El Belga' era un habitante de Castilblanco de los Arroyos cuya vida comenzó hace 48 años muy lejos del pueblo de la sierra sevillana. Vino al mundo en Charleroi (Bélgica), la ciudad más grande de Valonia, hijo de la emigración de la España de las vacas flacas. En 1962, sus padres, que se habían llevado al norte la nostalgia y la necesidad, trajeron al mundo a Carlos, español en la lejanía, crío en la Bélgica de los fríos y crecido en la añoranza. En verano, a España, al pueblo de su madre, Castilblanco de los Arroyos, que ayer decretó tres días de luto oficial por la muerte de su vecino.
En sus calles jugó los veranos de su infancia, aunque el amor le llegó en Bélgica. El mismo destino que se lo llevó hace 48 horas de este mundo le puso delante una belga, que casualmente descendía de padres españoles, como él. Se llamaba Manoli. Hace unos 20, había nacido Sara, la mayor de sus dos hijos (el otro se llama Samuel) y El Belga decidió que allí «llovía demasiado y hacía demasiado frío» y que hacía las maletas para un viaje. En Bélgica, Parra se ganaba la vida como pintor y en España hizo lo que sabía. Cuando volvió al pueblo de sus orígenes, se hizo técnico de sonido.