Milán asesta una bofetada a Berlusconi
'Il Cavaliere' pierde unos comicios planteados como test personal y hace tambalear al Gobierno
ROMA.Actualizado:Silvio Berlusconi se llevó ayer uno de los trastazos de su vida política al perder la segunda vuelta de las municipales en Milán, la capital industrial y burguesa de Italia, su feudo histórico desde hace dos décadas y enclave conservador, ante un candidato procedente nada menos que de la extrema izquierda, Giuliano Pisapia. La carga simbólica de esta derrota, multiplicada por el hecho de que el propio primer ministro la convirtió explícitamente en un test de valor nacional y un referéndum personal, es de las que hacen presagiar un cambio de fase política en Italia.
Si los milaneses se han hartado de Berlusconi, en el año del escándalo de 'Ruby' y con la patronal diciendo que se ha perdido una década, el país está listo para mandarlo a casa. Aunque quedan dos años para las generales y se abre un escenario aún más incierto de lo que era hasta ahora, con un Gobierno precario desde hace más de un año, en pie solo a base de tránsfugas bien recompensados.
La derrota del centroderecha, el Pueblo de la Libertad (PDL), el partido del magnate, y la Liga Norte, se extendió ayer por muchas otras ciudades de las 88 que iban a las urnas, entre ellas 13 capitales, y en seis provincias. Sobre todo en Nápoles, la capital del sur, segunda gran plaza en juego y sede de grandes promesas de Berlusconi para acabar con las montañas de basura -que ahí siguen-, donde obtuvo un triunfo aplastante (65% de los votos) otro candidato 'outsider', el exjuez Luigi de Magistris, de Italia de los Valores, el partido del exmagistrado Antonio di Pietro.
Pero el triunfo de la oposición arrebató otros lugares importantes a la derecha, como Cagliari, Trieste o un bastión de la Liga Norte como Novara. Berlusconi perdió hasta en Arcore, el municipio de su casa, cercano a Milán, ahora famoso por sus juergas. Además la izquierda ya se había confirmado en el primer turno en grandes ciudades como Turín o Bolonia.
De visita en Rumanía
'Il Cavaliere' vivió la jornada desde Rumanía, donde se hallaba en visita oficial, y por la tarde, cuando ya estaba clara la debacle, aún decía que no sabía nada de los resultados. Se trata de una clara bofetada personal. Además de sus últimos desmanes y la parálisis del país, el electorado de su ciudad ha castigado una campaña agresiva, basada en la más burda demonización del adversario y en la que el mandatario se volcó en una invasión mediática tras la derrota en primera ronda. Pero cuanto más se ha expuesto y más barbaridades decía, peor le ha ido. No le ha servido decir que quien vota a la izquierda «no tiene cerebro» y que, si ganara, Milán se llenaría de gitanos, musulmanes y gays.
En su partido se han reprimido a duras penas hasta ahora las recriminaciones, pero ayer estallaron. Dimitió el coordinador del PDL, Sandro Bondi, se habla de refundar el partido y por primera vez se plantea abiertamente la sucesión de Berlusconi, algo impensable hasta hace poco. Pero que tampoco tiene fácil solución, pues el suyo es un partido unipersonal. Incluso uno de sus ideólogos de cabecera, el periodista Giuliano Ferrara, le aconsejó ayer unas primarias para «relegitimarse». Por otro lado, su socio de gobierno, la Liga Norte, que tiene la llave para liquidar la legislatura, no ocultaba ayer su malestar, mientras desde el PDL le reprochaban su escasa implicación en la campaña.
Ayer volvía a hablarse de dimisión del primer ministro, de un Gobierno técnico, de elecciones anticipadas y otros escenarios de fractura. Pier Luigi Bersani, el líder del principal partido de la oposición, el Partido Demócrata (PD), pidió «una nueva fase porque el centroderecha ya no tiene la mayoría en el país». «No estamos ante el fin de Berlusconi, ni del berlusconismo ni del Gobierno», replicó lapidario Fabrizio Cicchitto, jefe del PDL en la Cámara de Diputados, aunque hacer ese desmentido dice todo del clima que se respira. Italia se pone interesante.
La incógnita de la oposición
Con todo y aunque el desgaste de Berlusconi parezca irreversible, es arriesgado sacar conclusiones. Extrapolar el resultado de unas municipales siempre es problemático, y más en Italia. Paradójicamente, la principal incógnita de estas elecciones es la propia oposición, pues deducir ahora que hay una alternativa a Berlusconi es mucho decir. El PD puede decir que por fin le ha ganado pero no sabe cómo. Pisapia, el vencedor de Milán, no era en las primarias el candidato oficial del PD, sino uno contrario al aparato. Del mismo modo De Magistris en Nápoles tampoco corría por el PD, aunque Di Pietro sea su aliado.
Y una cosa es dar con el hombre adecuado para una alcaldía y otra aclarar quién será el candidato del PD en unas generales, que ni se sabe, y con quién pactaría para ganar unas elecciones, pues jamás lo conseguiría solo. En unas generales entran en juego otras variables y dar por acabado a Berlusconi es una ingenuidad. Puede resistir dos años más, sobre todo porque le esperan los tribunales, y entretanto es posible cualquier cosa. La señal de ayer ha significado para la oposición, abonada a la depresión, el primer brote de entusiasmo en años y el descubrimiento de que es posible vencer al magnate. Pero ahora les queda la difícil tarea de gestionar bien esa ilusión. Son perfectamente capaces de desperdiciarla.