MAR DE LEVA

Sin banderas

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Esto del relativismo cultural es la caraba. Ahora resulta que, bah, si en el fondo no las quería nadie. Las banderas azules, digo, las de las playas, no las que cantaba en la gloriosa Transición el bueno de Leo Hernández. Excelso 'cum laude' en calidad, o tal que así. Veintipico años ondeando en La Victoria, con su color azul y su circulito blanco, que a veces parecía que iban a rodar una película de Flash Gordon, el paso del emperador Ming con su corte. Pero no, no era eso: diez minutos de rigor, la inauguración, y a otra cosa.

Nos las han quitado por la cara, como quizá nos la dieron por lo mismo. Y como aquí nadie se da nunca por aludido, unos dicen que si es una trampa, otros que no es por las barbacoas de las narices, otros que las banderas son de una organización privada y hasta las nuevas generaciones de ecologistas dicen que ni fu ni fa, oigan, que esto es como lo del santo Job: Dios me lo dio, Dios me lo quitó, y hay cosas más importantes.

Mira uno los periódicos y ve que sí, que este año han apretado las tuercas en eso de las banderas no solo en Cádiz y Andalucía: también en la cornisa cantábrica. Y lo mismo es por potenciar el turismo en otros sitios (¿leemos norte de África, que hay que apoyar las reformas y tal?), o porque es verdad que si sacas un diez todos los años, a lo menos que puedes aspirar alguna que otra vez es a la matrícula, no a quedarte con el nueve. No sé qué importancia tendrá para el turismo la bandera en cuestión, pero venderse, al menos a nosotros nos la han vendido. No vale jugar ahora a la zorra y las uvas, ni acusar de conspiraciones en la sombra, que ya anda uno un poco cansado de mouriñismos. Nos han dado un tirón de orejas, leve o no. Nos han dicho que las playas, que son nuestro primer activo, deben de ser también nuestra primera preocupación: y que hay que limpiarlas más, y hay que controlarlas más, y los servicios tienen que durar más tiempo. Porque luego nos quitan el caramelo.

Y como la playa es cuestión de todos y tarea de todos, y las próximas elecciones están a cuatro años vistas, la memoria es fugaz, y tienen la excusa perfecta y hasta el culpable perfecto, lo digo ya: a ver si acabamos tanto con las barbacoas donde solo viene gente de fuera y con los conciertos en la playa, que para eso estamos pagando un estadio.