DOCTOR IURIS

El pepino de la Merkel

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Hace unos años se produjo el cese fulminante del director de una residencia de ancianos de una localidad de la provincia porque se filtró a la prensa el resultado positivo de la bacteria E. Coli en una analítica rutinaria de la comida que se daba a los abuelos. Es, curiosamente, la misma bacteria que ahora dicen los fruteros y verduleros alemanes que posee un cargamento de pepinos andaluces.

No quiero frivolizar con el tema por haber fallecido ya varias personas, supuestamente a consecuencia de su ingesta, pero haciendo una interpretación lógica de los hechos se me plantea el daño que hará esta cuestión a nuestro 'import-export' y lo bien que le habrá venido a otro mercado distinto, o quizá al propio alemán, que digo yo que la nación de Angela Merkel también tendrá pepinos.

Antes de producirse la debacle socialista de las elecciones locales los amigos de 'La Mariquita te Jarta' me invitaron a una curiosa iniciativa gastro-cultural inspirada por Pepe Monforte (Cosas de comé) y Sebastián Gómez (Compuertas). Saliendo del puerto de Barbate, previa visita al centro de interpretación del atún de almadraba, un grupo de treinta valientes nos montamos en un barco que nos llevó bordeando la costa buscando la famosa 'levantá', en un apacible y caluroso día que tornó en brusco cuando el patrón -como parte de la excursión- decidió bambolear la embarcación, de derecha a izquierda y vuelta a empezar, cayendo hombres al suelo y vomitando desayunos algunas mujeres (que, para su tranquilidad, no estaban embarazadas). Atracado el barco, tras besar tierra, Sebastián nos llevó a un almacén en el polígono industrial barbateño, donde se nos explicó la técnica del corte de la mojama tras lo que se nos invitó a probar moscatel o fino y unos canapés con paté de mar. La comida fue un menú degustación en un clásico: El Campero. El pincho moruno de atún nos conquistó a todos y nos quedamos con ganas de probar la berza atunera, pero los cocineros no la encontraron a su gusto. La exitosa expedición terminó en una pastelería especializada en el chocolate tras lo que cada mochuelo fue a su olivo. Un trabajo bien hecho merece una felicitación porque la reputación cuesta mucho conseguirla y se pierde en un segundo. Y ahora, tras haber echado toda la mierda de la Escherichia Coli sobre nuestros grandes y sabrosos pepinos españoles, aparece la misma bacteria en uno holandés y cambian las hipótesis en relación con su procedencia: ¿será el destino, el transporte, el estiércol?

Pero el daño ya nos está dado, en Alemania, donde nuestro material acabará en crematorios, y aquí, en Hispaland, donde hasta las madres de familia dudarán si acompañan a su atún almadrabero unas cuantas rodajas por miedo a matar a sus vástagos. Una vez más nos lo han clavado los germanos. El pepino, claro está.