El rey arría velas. Su amigo y compañero de regatas José Cusí narra 40 años a bordo de 15 'bribones'
Actualizado:Victorias en la última bordada, derrotas por derecho, galernas en la mar y también en puerto. Los dos amigos habían pasado muchas aventuras juntos, pero tal vez él no estuviera preparado para la noticia que le dio José Cusí este pasado verano. Se le acercó y se lo dijo de la manera más directa posible, como si fuera un abordaje: «Señor, nos tenemos que retirar». Con todo su respeto, la frase apartaba al rey de España de una de sus pasiones, la vela de alta competición, después de casi 40 años a la caña de los 'Bribón', una saga legendaria de 15 barcos que ha hecho historia en el mundo náutico español.
«Es mejor retirarte a que te retire el deporte», argumenta Cusí, armador del equipo y compañero de tripulación de don Juan Carlos. Más allá de las justificaciones, el golpe fue duro. Cuando escuchó esas cinco palabras, el rey se quedó 'aproado' al viento. «Le costó admitirlo», asegura Cusí, la otra parte de una pareja deportiva que ha dado éxitos para llenar vitrinas e historias para varios libros. Ya no estarán ninguno de los dos, al menos en carrera. «No vamos a dejar de navegar, pero lo haremos de manera más tranquila». Cusí y don Juan Carlos, ambos de 73 años, ya no están para galopar durante varias horas sobre el lomo del 'Bribón XV', una bestia de fibra de carbono de 16 metros de eslora que vuela sobre las olas y que se revuelve en un palmo de agua, pero que resulta «muy exigente» desde el punto de vista físico.
Se acabó. José Cusí, armador de toda la saga de los 'Bribón', dio la noticia después de la regata de Cascais, el pasado martes, durante la primera etapa de la Audi MedCup Circuit. En septiembre, se despedirán en Barcelona, el Real Club Náutico bajo cuya bandera han navegado desde hace décadas.
A nadie se le escapa que la decisión de cortarse la coleta en las regatas es un signo más del paso del tiempo para el rey y quizá vuelva a alimentar los rumores sobre su estado de salud, negados por La Zarzuela en reiteradas ocasiones desde que hace un año se le operara de un nódulo en uno de sus pulmones. Sí que el paso atrás de la competición en el mar se suma a los que ha dado el monarca en favor de la toma de responsabilidades del príncipe de Asturias. En los últimos meses, don Felipe protagoniza actos que antes solo correspondían a su padre. Ahora, el príncipe concede audiencias militares, pronuncia discursos de primer nivel -como las palabras de bienvenida a Benedicto XVI el pasado noviembre-, trata con líderes como Benjamin Netanyahu y los representantes de la Autoridad Nacional Palestina o preside recepciones oficiales en el Palacio Real, como la reciente visita del Príncipe Carlos de Inglaterra y Camila de Windsor. Con todo, el rey acaba de dejar muy claras sus intenciones respecto a sus responsabilidades: «Ya soy algo mayor, pero estaré al frente del timón mientras el cuerpo aguante», dijo el miércoles en la Corrida de la Prensa.
Ha llovido mucho desde aquellos Juegos Olímpicos de Múnich de 1972, cuando los dos caballeros se encontraron en las aguas. Dos brazos de mar. Cusí venía del tiro olímpico y don Juan Carlos era príncipe de Asturias. Entonces, el armador barcelonés y alma del equipo ya se refería a él como 'El Señor', aunque iban a convertirse en el 'Zipi y Zape' de la bañera del 'Bribón'.
Se conocieron, se cayeron bien y decidieron promocionar la vela española de cruceros, así que cada uno compró un barco de la misma clase, dos pequeños Elstrom de nueve metros. El de don Juan Carlos se llamó 'Shere-Kan', el de Cusí, 'Bribón I', que recibió el nombre por las cualidades de un buen regatista, que según el catalán tiene que ser «sagaz, agresivo y un poco pillo». Ese año, se repartieron todos los trofeos en España. Al año siguiente llegó el 'Bribón II', un One Tonne que se trajeron de la Isla de White, diseño de Ron Holland, con el que ganaron casi todo lo ganable. Y llegó su Majestad a bordo, como patrón. ¿Por ser alteza? «No», subraya Cusí, «desde el principio fue el patrón porque tenía la formación olímpica en vela y era muy bueno. Posee una habilidad extraordinaria para llevar el barco». Desde entonces, su foto a la caña se iba a convertir en un clásico de la prensa en verano. En el palmarés sumaron todo tipo de trofeos, entre ellos, dos Sardinia Cup, el campeonato del mundo oficioso, una batalla que se libra en Cerdeña entre la élite de los navegantes. Entre otros muchos títulos, cinco copas del Rey que el propio monarca recibía del lado de la tripulación, con cierta sorna, de manos de la reina.
En los años 70 llegó un patrocinador que se quedaría durante décadas: La Caixa. «Han sido estupendos, siempre han respetado los acuerdos que sellamos con un apretón de manos hace tanto tiempo». Llevar al jefe del Estado a bordo acarrea algunas obligaciones: en el barco solo aparece el sol de Miró que identifica a la compañía, el monarca no viste publicidad alguna y se comprometen a no utilizar imágenes del crucero en sus campañas.
Hoy en día son 19 tripulantes, todos profesionales, 15 a bordo y 4 en tierra. El 17 de septiembre, el día en que don Juan Carlos arríe las velas, se reunirán todos los que han tenido algo que ver con la saga de barcos. Entre ellos hay nombres ilustres, como Toño Gaorosteguii, José Luis Doreste, Ignacio Triay, Pedro Campos o Gonzalo Araujo, que comparte actualmente el puesto de patrón con don Juan Carlos. Han sido elegidos «por ser estupendos navegantes», pero antes «por ser todos leales a la Corona y hombres discretos. En el barco se habla de muchas cosas».
Con la retirada del 'Bribón XV' no quedará ningún barco español en la categoría Transpac 52, la más exigente en regatas y que mueve un presupuesto de entre uno y dos millones por embarcación. «Hemos hecho cosas grandes», admite Cusí, y se le viene a la memoria la imagen de aquel primer 'Bribón' hecho de madera. Luego vinieron el kevlar, la fibra de vidrio y los barcos de hoy en día, en los que imperan los músculos, los tripulantes profesionales y los materiales de última generación. Se botaron otros 14 'bribones' hasta el XV, que se retirará este verano. «No, no lo hemos hecho mal». Los recuerdos jalonan el camino: los desayunos en el Flanigan, en Mallorca, antes de embarcar, los habanos encendidos al llegar a tierra y un ramillete de anécdotas históricas. Nadie duda de que la decisión de apearse del puente haya sido dura, pues el mundo de un barco en plena regata es quizás el ambiente en el que don Juan Carlos ha podido ser más él, más patrón, más tripulante y menos rey de España.
El rey «sin gobierno»
Las cuatro décadas han dado para jugosísimas anécdotas. Años 80, en plena Transición. Don Juan Carlos estaba al timón del 'Bribón' en la salida de una regata en Mahón, una madeja de estelas que se cruzan y de estrategias para atravesar la línea en la primera posición con la ventaja del viento: lucha de gigantes en una bañera sin tocarse. A bordo se vivía el momento más tenso, cuando el barco puso proa al viento. El rey no podía maniobrar por no tener velocidad suficiente y avisó de su problema. Un grito desesperado le salió de dentro:
-¡Estoy sin gobierno!
-¡Pues vamos apañados! -le respondieron desde el jurado-.
«En el mar es un competidor. Le gusta competir y ganar y no le gusta perder», admite Cusí. Deportividad, «toda», pero mala leche también. «Digamos que gana con orgullo y pierde con humildad. Después de cada regata hay una reunión y él no duda en reconocer los errores». Cusí no va más allá y deja la respuesta en una risa, pero entre los regatistas de cruceros se conocen bien los gritos del monarca cuando otro competidor no juega limpio.
El rey, al que en Italia algunos tripulantes llaman 'nuestro rey', es «un marinero como otro cualquiera». Un ejemplo. «Estando en la caña, se hirió la mano y comenzó a sangrar». Toda la tripulación se le quedó mirando. «¿Estáis esperando a que salga sangre azul? ¡Mejor me ayudáis a curarme!».