DOLOR GALLEGO
Actualizado: GuardarDecía Joaquín Sabina en una canción titulada 'Peces de ciudad' que «al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver». Nadie ha escrito ni cantado -al menos que yo sepa- sobre qué hay que hacer con respecto al lugar en el que has sido triste.
El deportivismo vivió hace 17 años, concretamente el 14 de mayo de 1994, uno de los momentos más tristes de su historia. Después de una temporada espectacular, solo hacía falta ganar en Riazor al Valencia para alzarse con el título de Liga. La capital gallega era una fiesta anticipada todo el día. Para colmo, los che no se jugaban nada, salvo la presunta prima ofrecida por el Barcelona que, a tenor de su comportamiento posterior sobre el césped, más que presunta fue real. La meigas, que haberlas haylas, aparecieron y de la forma más cruel. Un penalti fallado en el último minuto y toda la ilusión de la campaña se fue al traste. El gran Arsenio Iglesias dijo una frase en la rueda de prensa que se me quedó grabada: «Todo estaba programado para que yo me sentara hoy aquí para transmitir una buena noticia, pero el destino ha querido que me acueste muy triste». Encima, la resaca de aquella temporada abrió una terrible brecha entre el técnico de Arteixo y el actual presidente del club gallego.
El sábado, deportivistas y valencianistas volvían a medirse en circunstancias muy distintas en un duelo fratricida. A los locales, solo les valía el triunfo para sellar la permanencia. Lo han pasado mal, muy mal, en los últimos tiempos. Las adversidades se han cebado con ellos de forma cruel. El sábado, la buena noticia era la permanencia. Si se lograba no era para celebrarlo. Al final, ni una cosa ni otra pero otra vez hubo gente que se fue a casa bastante triste. Ahora toca pelear, apretar los dientes, trabajar más que nunca y planificarlo todo muy bien para que cuando oficialmente termine la próxima temporada, el 30 de junio de 2012, la mayoría se vaya a casa con una sonrisa en la boca.