Joakim Noah se concentra antes de un partido de la final del Este. :: R. WHISE/ EFE
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El alma de la manada

El pívot francés se ha convertido en el referente espiritual para sus compañeros desde el trabajo oscuro y los 'intangibles' Joakim Noah pone la casta a los Bulls entre la calidad de Rose y Boozer

MADRID. Actualizado: Guardar
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«Es un monstruo». Así califica Carlos Boozer a uno de sus compañeros en los Bulls. El exjugador de los Jazz y gran fichaje del año de Chicago no se refiere al 'MVP' de la temporada en la NBA, el base Derrick Rose. El ala-pívot dedica este piropo a su pareja interior, Joakim Noah, y reconoce la vital labor que el poste de origen francés representa para el equipo con mejor balance de la fase regular.

Noah no es una de las principales referencias en las estrategias ofensivas ideadas por Tom Thibodeau. El técnico suele dibujar en su pizarra jugadas que normalmente finalizan en las manos de Rose, Boozer o Deng, mientras que el cinco titular de Chicago vive de rebotes en ataque, segundos tiros, errores de sus rivales, y de rapiñar y barrer todo lo que pasa por el perímetro de sus interminables brazos.

Sin embargo, todos los componentes de su equipo le consideran fundamental en el intento de recuperar la gloria de los intratables Bulls que lograron seis anillos en la década de los 90. Es el alma del toro, la casta de la manada.

Aunque sus números distan mucho de ser los de una estrella -suele estar rondando la decena de puntos y rebotes por encuentro-, reconocen que él solo puede ganar partidos. Siempre al estilo de su jugador favorito, Dennis Rodman. 'El Gusano' disfrutaba más rebañando veinte rebotes que anotando cuarenta puntos. Para lo segundo ya estaban Michael Jordan, Scottie Pippen o Toni Kukoc.

Esa es la filosofía de Noah, ganar aportando desde las estadísticas menos valoradas -tapones, robos de balón- y desde aspectos tan poco evaluables como el carácter, el sacrificio, la actitud defensiva o la intimidación. Prefiere llegar al éxito sumando aquello que más necesita su equipo en la cancha en cada momento. Es el especialista en lo que los entrenadores valoran tanto y que llaman los 'intangibles', lo que no se encuentra en las estadísticas pero que da triunfos.

La primera dinastía de Chicago necesitó del veterano y poco ortodoxo Bill Cartwright para concretarse; la segunda no se entendería sin el muro que edificaba bajo los aros el australiano Luc Longley; los aspirantes a una tercera época dorada no pueden soñar con un nuevo campeonato sin su poste como líder espiritual.

Es, según los miembros de la plantilla, la «energía» de los Bulls, y creen absolutamente en que es el único jugador de la liga capaz de defender a cualquier rival, por escurridizo que sea. Joakim aporta pundonor y fuerza, y posee la capacidad innata de transmitir ese esfuerzo a todo el 'roster' de Chicago, desde el jugador franquicia Rose al último componente del banquillo.

Buenos genes

Es significativo que el bicampeón de la NCAA con la Universidad de Florida, en donde era la referencia, aporte unas condiciones que no se esperan de un 'niño bien' de Nueva York, del retoño de uno de los tenistas más carismáticos de los 80, Yannick Noah, y de Miss Suecia 1978. Pero si algo ha primado en la corta trayectoria de este gladiador es su capacidad de superación y su garra en la pista, que le ha valido para que los aficionados del United Center griten con devoción su nombre cada noche.

La polémica y el escándalo también han acompañado a Noah, al que se le ha relacionado más de una vez con el consumo de alcohol y de drogas, aunque no hasta el punto de poner en peligro su carrera profesional, como en otro tiempo pasó con estrellas como Chris Mullin o Shawn Kemp.

El último trago amargo lo ha pasado en la final de la Conferencia Este, que ahora mismo se encuentra disputando y en la que está al borde de la eliminación. En el tercer partido de la serie, Joakim cargó contra un aficionado de los Miami Heat, al que agredió verbalmente con insultos homófobos, aunque ya ha pedido disculpas por ello. «Estaba frustrado y no debí faltar el respeto a nadie», ha reconocido el pívot de los Bulls.