El futuro de Jerez
Actualizado: GuardarComo todos, quien suscribe también tiene su quiniela sobre lo que podrá pasar esta noche en Jerez tras el recuento de votos. La ética profesional me impide hacerla pública. Está hecha con la cabeza y no con el corazón, lo que, evidentemente, no supone ninguna garantía de acierto pleno. Lo que sí tengo claro es que a partir de mañana se abrirá una nueva etapa en la ciudad. Atrás quedará ya una campaña que a buen seguro pasará a la historia por el movimiento de protesta bautizado como ‘Democracia Real’, ‘Indignados’ o ‘15-M’, surgido, al parecer, de manera supuestamente espontánea y que clama contra el sistema actual, los grandes partidos y el excesivo poder de los potentes grupos financieros. Una movilización que también ha calado en Jerez con concentraciones y hasta acampada en la plaza del Arenal que han logrado robarle protagonismo a las formaciones que concurren hoy a las urnas. Y es algo que, cuanto menos, debería hacer reflexionar a más de uno.
Jerez, en cualquier caso, se juega hoy su futuro más inmediato. Del gobierno que salga de las urnas –y/o de los pactos– dependerán los próximos cuatro años de una ciudad que no lo está pasando precisamente bien. Acumula demasiados problemas como para no contar con un goierno responsable y que tenga claros cuáles deben ser los objetivos y las prioridades, sin perderse en cuestiones secundarias o enfrentamientos estériles que lo único que harían sería prolongar la agonía.
La primera gran prioridad debe ser el empleo. Jerez no puede seguir soportando más de 30.000 parados. Y, aunque las comptencias en la materia no corresponden a lo ayuntamientos, éstos sí que pueden –y deben– articular medidas para fomentar la creación de puestos de trabajos. ¿Cómo? Pues, por ejemplo, a través de planes específicos, facilitando la implantación de empresas, incentivando las contrataciones, diversificando la actividad económica... Y teniendo siempre como objetivo primordial, lógicamente, los sectores menos favorecidos y los parados de larga duración. La ciudad tiene suficientes atractivos, reconocible potencial, una ubicación estratégica y capacidad como para remontar el vuelo en este sentido.
Luego está la gravísima crisis económica del Ayuntamiento. Hay que sanearlo, está claro. Hay que garantizar las nóminas de los más de 2.000 empleados y acabar con los retrasos en los pagos. Y pagar a los numerosos acreedores y proveedores existentes. Hay que serenar los ánimos, dialogar; que gobierno local, sindicatos, trabajadores y oposición remen en la misma dirección. Hace falta poner orden en las cuentas, una Relación de Puestos de Trabajo (RPT), una auditoría... Y valentía para tomar decisiones difíciles llegado el caso. Obviamente, los que gobiernen lo van a tener muy complicado. El marrón que se van a comer es de órdago. Pero lo sabían cuando se presentaron a las elecciones, así que no caben excusas.