El pregón fue de la Virgen
Magnífica pieza de Oscar Torres en La Concha, donde defendió sus valores cristianos. La bodega La Concha acogió el pregón de la romería del Rocío a cargo de Oscar Torres
JEREZActualizado:Ha ingresado en la real nómina de pregoneros del Rocío de Jerez. Esa que se escribe con letras de oro en la bodega de la Concha, el pregón más antiguo del Rocío. Esa que cuenta con pregoneros ilustres como Manjón, Cañadas, padre e hijo, Zarzana, Gallardo... Esa lista de la que todos los que escribimos sentimos una envidia a veces sana, a veces insana. Oscar Torres es ya pregonero de la romería de Jerez, pregonero de la Virgen, y lo es abriendo la puerta grande, esa que sólo saben abrir los que exponen su alma a una cornada y salen victoriosos; con una cornada, claro que sí, pero victoriosos.
Así salió Torres de La Concha, con una herida ensangrentada de una única trayectoria, pero de tanta profundidad que le hería las entrañas. Una pérdida, una falta, una ausencia... Un pellizco en el alma que hace imposible la felicidad... Le faltaba su madre, y la corbata negra así lo atestiguaba. Y abrió su alma a La Concha, y proclamó a los cuatro vientos que aunque ella le falta, Ella, la que se escribe con mayúsculas ya sea mayo o enero, llenaba con profundidad los vacíos de su alma. Fue un pregón por tanto de verdad, un pregón de los que últimamente no gustan en Jerez, tan acostumbrada al ritmo que no sabe entender la melodía.
Esperaba La Concha un pregón diferente del que escuchó, y posiblemente eso fuera así porque todos creían, como afirmó el presentador, conocer al pregonero, pero pocos en realidad conocían a Oscar Torres. El Rocío es la Virgen. Y con esa frase comenzó una hora de magia, de vivencias, de agradecimientos, de poner entre botas de vino una vida prendida en el pecherín de la Madre de Dios, porque así vive el pregonero su fe. Escondida bajo el manto de María. Fue valiente incluso en eso el pregonero, ya que nombró todas las advocaciones que han marcado su vida, negándose a reducir el pregón del Rocío a la Reina de las Marismas. La Virgen es una, los mantos cambian de color, las estrellas van bordadas de manera distinta... Pero todos acunan, todos cobijan a la Madre de Dios, a la Blanca Paloma.
Perfectamente estructurado, el pregonero sabía que más de una hora en las incómodas sillas de la bodega hubiera supuesto una tortura a quien escuchara, amén del intenso calor que reinaba en la noche primaveral de mayo. Por eso, el pregón no superó los cincuenta minutos. Pero quién lo iba a decir, casi una hora antes de comenzar el patio de butacas de ese teatro perfecto que es La Concha ya se encontraba a reventar, síntoma indiscutible de que el pregón de Oscar Torres, y por qué no decirlo, todo lo que rodeó su nombramiento, había generado expectación. Y con la misma sinceridad que Jerez había esperado al pregonero, éste se enfrento a Jerez, un Jerez que fue descrito en profundidad por el presentador. Un público exigente a la par que tolerante, sabio a la vez que popular. Un pregón profundamente agradecido, pero que a la vez condena de por vida a quien no pasa la prueba.
Acudió el pregonero en soledad, sin un burladero donde esconderse. No había música, guitarras, sevillanas... no había flores, no había nada. Él, y La Concha. Él, y Jerez. Él, y la Virgen... Con gestos que quien conozca a Oscar Torres sabe que no son para la galería. Menos flores, menos gastos, más para caridad. El pregón, editado a cinco euros, para caridad. Exigencia a las peñas de que por cada caja de langostinos vaya un kilo de alimentos... para caridad. Un hombre de su tiempo, un cristiano convencido. Un señor pregonero, con todas sus letras, que amén de todo esto, ofreció un compendio de prosa y verso que fue del agrado de La Concha, que en repetidas ocasiones aplaudió hasta la saciedad a un pregonero que apenas podía contener la emoción en algunas partes del pregón. Se notaba que Oscar Torres sabía perfectamente lo que quería decir, y así lo hizo, sin complejos.
Un comienzo dedicado a la Virgen, una preciosa serie de romances que se vio completado por otro larguísimo en el que resumió el paso de la hermandad de Jerez por el Coto de Doñana, su salida de Santo Domingo, sus vivencias, sus rezos, sus momentos... Una demostración de que Torres lleva muchos caminos en sus espaldas, viviendo de la mano de sus amigos una romería que ya es parte indisoluble de su fe y de sus creencias. Por eso, no tuvo miedo en dedicar gran parte del pregón a sus amigos, a contar anécdotas, amenas ocurrencias que han llenado sus días de arena y romero. Y lo completó con el recuerdo emocionado a quien ya no está, a quien ya no hace la romería con nosotros. Esos pellizcos en el alma, esas ausencias que agotan...
Defendió también la vida desde el momento de su gestación, invitó a los políticos a pensar en la ciudadanía en lugar de en ellos mismos, defendió, y de qué manera, a los gobernantes que también representan a los cristianos, y exigió a quien no lo cree así que lo ponga en práctica. Habló de la situación de la Iglesia actual, se posicionó del lado de Juan Pablo II al sacar una foto suya mandada desde Roma, invitando a quien crea conveniente a que ahora le insulten a él también, como hace poco hicieron con el beato...
Habló de casi todo. Pero daba igual de lo que hablara, porque todos se habían quedado prendados de sus primeras palabras... El Rocío es la Virgen. Así llegó el pregonero al Rocío, y así defendió que estamos ante una oportunidad única de hacer de la romería de 2011 una peregrinación histórica... Ojalá Jerez haya sabido entender el mensaje. Ojalá hayamos sabido entender que sin el Pastorcito Divino, perdemos la identidad del Rocío... Será mérito de Oscar Torres Barba, pregonero del Rocío de Jerez.