Obama y varios acompañantes corren por la pista del aeropuerto Logan de Boston tras descender del Air Force One. :: AP
MUNDO

Obama da esperanza a los palestinos

Fija las fronteras de 1967 como base para un acuerdo, pero avisa de que no permitirá que se deslegitime a Israel

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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El segundo gran discurso de Barack Obama al mundo árabe estuvo tan lleno de obviedades, repasos históricos y promesas en el aire que el conflicto palestino-israelí volvió a concentrar la atención. No es que su posición ofrezca ningún patrón novedoso para resucitar las estancadas negociaciones de paz, que EE UU cree más urgentes que nunca a la luz de la 'primavera árabe', pero al menos Obama se comprometió con algo que resulta fundamental para los palestinos: la delimitación de un Estado propio en torno a las fronteras previas a la invasión hebrea de 1967 «con algunos intercambios de mutuo acuerdo».

Desde esa guerra más de medio millón de colonos judíos se han instalado en la zona de Cisjordania que Palestina defiende. La ONU ha calificado estos asentamientos de ilegales y la Cruz Roja Internacional considera que violan la Convención de Ginebra. «La realidad es que cada vez viven más palestinos al oeste del Jordán y la tecnología hará más difícil que Israel pueda defenderse». El inquilino de la Casa Blanca refrendó su «apoyo inquebrantable» a la seguridad del país hebreo, pero como «amigo» dijo tener algunas verdades que contarle: «El status quo es insostenible, Israel tiene que actuar con decisión para avanzar una paz duradera», advirtió. «El sueño de un Estado judío democrático no puede cumplirse con una ocupación permanente».

Para el mandatario demócrata, los temas fundamentales de la negociación pueden ser complicados pero las bases están claras: «Una Palestina viable y un Israel seguro». Para ello defendió «una retirada total y escalonada de las fuerzas hebreas» que debería ser coordinada con los compromisos de seguridad que adopte un Estado palestino «soberano y desmilitarizado».

También hubo duras palabras para criticar la alianza entre Hamás y Fatah. EE UU, que tiene derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, también se opone a sus aspiraciones de ser reconocidos como Estado soberano, lo que Mahmud Abbas pretende que se vote en la próxima Asamblea General. Una «acción simbólica» que a juicio de Obama no tienen más intención que la de «aislar a Israel» y no resultará en la verdadera creación de un Estado independiente.

El mandatario defendió el «derecho de autodefensa» y aprovechó para explicar al mundo árabe su decisión de acabar con Osama bin Laden, que «no era un mártir sino un asesino de masas que ofrecía un mensaje de odio», aclaró. Según Obama «incluso antes de su muerte Al-Qaida estaba perdiendo la batalla de la relevancia en la región», como prueban las revoluciones del mundo árabe que ambos aplaudían.

Al presentar al presidente, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, había aclarado que los valores que defienden esas revoluciones son universales «y va profundamente en interés nuestro que cada vez más gente los clame como propios». Al repasar los acontecimientos de la región Obama envió un mensaje a los represores que creen poder mantener la cohesión social con el miedo y la violencia policial: «Es una ilusión de estabilidad temporal, con el tiempo se vendrá abajo». Por eso el líder sirio Bashar el-Asad tiene para él dos opciones: «Liderar la transición o quitarse de en medio». No parece probable que haga ninguna de las dos cosas.

Ayuda a Egipto y Túnez

El tiempo es también lo que a su juicio juega en contra de Muamar Gadafi, cuya caída considera «inevitable». Por contra, países como Túnez y Egipto, en los que sus dictadores han elegido dejar paso a la democracia serán recompensados con la prosperidad económica que EE UU promete. Obama anunció que condonará la deuda externa de mil millones a Egipto y le ofrecerá una línea de crédito por la misma cantidad para creación de empleo e infraestructura, además de haber pedido al FMI que presente una especie de Plan Marshall para Túnez y Egipto en la cumbre del G-8.

Sus promesas económicas tendrán que ser aprobadas por el Congreso, en un momento en el que solo se debaten medidas de austeridad. De lo que no hay dudas es de que cumplirá su palabra de que EE UU continuará haciendo en la región «lo que ha hecho durante décadas: contraatacar el terrorismo, detener la proliferación de armas nucleares, asegurar el libre comercio y apoyar a Israel», prometió.