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Cartas

Vivo gracias a ti

CARLOS F. VILLEGAS. PTE. HONOR HDAD. DONANTES SANGRE DE JEREZ
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Los camareros Isa y Pedro terminaron su trabajo exhaustos. 'Gracias, bote.', decían de vez en cuando. Tras la dura jornada, tuvieron que ordenar el local y dejar la 'mise en place' lista para el siguiente día. El reloj apuntaba las 3 de la madrugada cuando la pareja salía del establecimiento y se disponía a regresar a su respectiva casa. Pedro se despidió con un beso de Isa y ésta le contestó: 'Hasta mañana Pedro, que descanses'.

Él no se imaginaba lo que le ocurriría durante los 11 kilómetros que le separan del lugar de trabajo a su hogar. Se dio cuenta que esa madrugada le flaqueaban las fuerzas y percató que no debería coger carretera porque le dolía todo el cuerpo. La calle estaba solitaria, abrió su coche, tomó asiento y se relajó con un profundo suspiro, agradeciendo a Dios el bienestar.

El sueño empezaba a invadir su mente, a pesar de ello, puso en marcha su utilitario, pero al estar tan cansado ni se molestó en abrocharse el cinturón de seguridad, descuido que sería su perdición porque, cuando hubo recorrido unos kilómetros siguiendo a un camión, observó que, a unos metros, un marinero hacía auto-stop. Pedro titubeó si lo subía, fue en esos segundos cuando el camión delantero frenó en seco para montar al mismo marino. El inesperado frenazo de este vehículo originó tan fatídico encontronazo del auto del camarero contra el parachoque del camión, que hizo lanzar a Pedro por el aire hasta llegar a estamparse contra la contrapuerta.

Isabel, al enterarse del accidente se desplazó con urgencia al lugar, donde preguntó qué podía hacer. Le dijeron que las donaciones de sangre podrían salvarle. La joven se acercó a la Hermandad de Donantes de Sangre del Hospital y ayudó.