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Rajoy presume de poder pedir el voto en Cataluña, no como Zapatero

Promete un «plan de choque nacional» para rebajar el paro juvenil en plena eclosión del movimiento 15M

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Mariano Rajoy sabe que Zapatero sustentó su victoria en las elecciones de 2008 en Cataluña y Andalucía. Pero factores como el controvertido segundo mandato del tripartito del ex presidente José Montilla y un discurso popular más suave sobre Cataluña, nada que ver con la 'catalanofobia' que despertó en 2004 en algunos dirigentes populares el discurso soberanista del tripartito, hace albergar al líder del PP esperanzas para intentar igualar la balanza de cara a la carrera presidencial de 2012. De hecho, Rajoy comenzó ayer su participación en un mitin ante unas 2.500 personas presumiendo de que puede venir a Barcelona a pedir el voto «porque me piden que venga y porque me encuentro muy a gusto en Cataluña». Añadió que, por el contrario, a José Luis Rodríguez Zapatero «no le dejan venir», en alusión a la decisión del PSC de prescindir de líderes nacionales en los mítines de esta campaña para las elecciones municipales.

Es más, el líder de la oposición consideró que los socialistas en Cataluña, al igual que en el resto de España, se encuentran una fase de «sálvese quien pueda». Insistió en la tesis de que cada candidato del PSOE está ya haciendo la guerra por su cuenta para intentar salvar los muebles tras la previsible derrota electoral del domingo.

Rajoy explicó que el PP «va a velocidad de crucero en Cataluña», aunque son conscientes de que no lograrán la alcaldía de ninguna de las cuatro capitales de provincia ni de ninguna gran ciudad, salvo el caso de Badalona. En este enclave, tradicional feudo socialista, ha calado el controvertido mensaje sobre inmigración que el PP ha puesto sobre la mesa en esta campaña. Valga como ejemplo que Alberto Fernández Díaz, aspirante popular a la Alcaldía de Barcelona, llegó a decir que los inmigrantes «habían traído a España» enfermedades que ya estaban prácticamente erradicadas. Tanto el propio Fernández Díaz como la presidenta del PP de Cataluña, Alicia Sánchez-Camacho, suavizaron ayer ese discurso en presencia de un Rajoy -que ni siquiera abordó esta cuestión-que defendió que el PP «apuesta por la moderación política».

Sánchez-Camacho sí habló del problema de los residentes extranjeros en situación irregular. Empleó un tono más alejado de las estridencias mitineras que ha empleado en los últimos días. Aún así, responsabilizó a PSOE y CiU de aprobar una ley de Extranjería «que permite legalizar por la puerta de atrás a miles de inmigrantes» alegando «sólo tres años de arraigo».

Hubiera sido una sorpresa que Rajoy metiese las manos en harina en este controvertido tema. Alejarse de los temas candentes, lejos de causarle algún dilema, refuerza su convencimiento de que está haciendo la campaña electoral adecuada. «Al PSOE no le gusta (la campaña del PP), tampoco a los que no quieren que ganemos las elecciones», acotó. No había dudas, pero dejó claro, ayer también, que piensa mantenerse fiel al discurso sobre la crisis económica y el paro.

'Pepiños'

Enfatizó, irónico, que los «Pepiños (José Blanco) crecen por doquier», y que en el partido se «había impuesto la línea» del ministro de Fomento que, según su prisma, consiste en «atizarle» a él como jefe del principal partido del a oposición. «iPero si yo no soy candidato en estas elecciones!, cuando lo sea me pasará cualquier cosa», sentenció.

A la misma hora que Rajoy se dirigía en Hospitalet a sus incondicionales, que corearon varias veces «España unida jamás será vencida», miles de jóvenes desafiaban la prohibición de concentrarse a los miembros del Movimiento 15M. El líder del PP no aludió a este fenómenos, pero hizo un guiño a los jóvenes con el anuncio de un «plan de choque nacional», para ponerlo en marcha «ya» e intentar combatir el 45% de paro juvenil, porque si el PP se resignara ante este porcentaje estaría admitiendo la «liquidación del futuro de los jóvenes españoles».