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La mayoría de las viviendas del barrio de Astilleros son de protección oficial. :: MIGUEL GÓMEZ
Ciudadanos

Al barrio más juvenil le salen las primeras grietas

Los vecinos se quejan de la falta de equipamientos básicos

ANTONIO M. DE LA VEGA
CÁDIZ.Actualizado:

Donde hace solo unos años se encontraba una terreno baldío, o como prefieren llamarlo las administraciones y urbanistas, «ocioso», se levanta hoy el barrio más joven de la ciudad. Miles de vecinos han comenzado allí una nueva vida que en gran parte gira en torno a una gran superficie comercial que según reconocen en su mayoría «ni nos da ni nos quita nada».

Los problemas y necesidades de Astilleros son en gran parte diferentes de los del resto de la ciudad. Allí la vivienda no es una preocupación. Los bloques de pisos más antiguos tienen poco más de una década, casi todos de protección oficial. Quizá el mayor problema en este sentido es que hay viviendas arrendadas ilícitamente, no ocupadas por sus adjudicatarios, pero a quien más preocupa este aspecto es a la administración, la mayoría de los vecinos pasan por alto este hecho.

Al tratarse de una zona moderna de la ciudad, hay vecinos que creen que «la gente tiene un concepto equivocado de los que vivimos aquí. Algunos se creen que somos gente acomodada, pero se olvidan de que casi todos los que estamos aquí tenemos una VPO y que otros muchos vecinos están en el barrio realojados». Esto lo comenta a las puertas de su pequeño comercio Tamara Rodríguez, que explica que, «como en todos lados aquí también se está notando mucho la crisis».

Leonor Cueto coincide en que la crisis ha afectado considerablemente a la vida comercial de Astilleros. «Aquí hace falta más iniciativa. En estos últimos años hay muchos comercios que han tenido que cerrar y los que nos mantenemos lo hacemos trabajando más horas».

Tanto en las calles interiores como en el frontal que da a la avenida de Las Cortes hay locales con carteles de «se alquila». Los comerciantes de la zona achacan esta circunstancia a que los precios de los alquileres son inasequibles para los emprendedores.

Pero si algo se echa en falta en Astilleros son tiendas que cubran las necesidades básicas. «No tenemos por qué estar supeditados a El Corte Inglés. Necesitamos pescaderías, un sitio para hacer fotocopias, un supermercado de barrio con precios más asequibles», comenta Leonor.

Por su parte, Patricia Sánchez echa en falta un centro de salud en el barrio. Ella tiene que desplazarse hasta El Olivillo. Le queda más cerca el ambulatorio de La Paz, al que acuden muchos de los vecinos del barrio, pero se queja de que «de todos modos me tengo que mover en coche».

El barrio crece, la población es joven y nacen muchos niños. Vanesa Rodríguez destaca la disponibilidad de espacios abiertos para que los niños puedan jugar, a la vez que considera que la apertura de la nueva guardería municipal va a ser un bien muy importante para el barrio. «Yo lo voy a notar mucho, sobre todo, en comparación con lo lejos que tengo el colegio de la niña mayor», comenta.

En general, todos esperan que los nuevos equipamientos prometidos den más vida al barrio. Además de la guardería, están a punto de inaugurarse las piscinas, que serán el primer equipamiento deportivo de la zona o el largamente esperado parque. Fundamental será también la llegada del segundo puente a uno de los extremos del barrio, así como la reurbanización de la carretera de Astilleros, que permitirá que los vecinos de la zona puedan acceder al casco histórico por una vía ancha y de cuatro carriles, con zona adecuada para los peatones y mejor iluminada que la actual.

También será una realidad en los próximos meses la Casa de las Artes, que si bien es un valor añadido para el barrio, se ha cargado de golpe cientos de plazas de aparcamiento, uno de los principales déficits de la zona. En este sentido, todos los partidos políticos se han lanzado a presentar propuestas de cara los próximos cuatro años conscientes de que hay que aportar una solución a este tema, ya sea con un subterráneo o con plazas en superficie.