Movimiento 15-M

Miles de 'indignados' toman la calle

Universitarios, parados y padres de familia retoman las protestas hartos de los políticos

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Los partidos políticos se tiran de los pelos, los sociólogos piden calma pero la bola de nieve sigue rodando. Tranquilamente, pero sin pausa. Varios miles de personas volvieron a concentrarse ayer en toda España, para dejar claro que el 15-M no fue una anécdota.

De pie, acurrucados, en silencio o entonando cánticos –cualquier cosa menos montar tiendas de campaña, que está prohibido–, se niegan a quedarse de brazos cruzados. Colapsaron la Puerta del Sol madrileña, que se ha convertido en un símbolo de protesta, una especie de plaza Tahir, el centro de todas las miradas.

Detrás de este movimiento civil, que ha ido a más gracias a las redes sociales y que recoge el hartazgo de mucha gente, se encuentra la plataforma Democracia Real Ya, un fenómeno que logró el pasado domingo convocar a 130.000 personas en más de 50 ciudades de España. ¿En serio? De acuerdo, maticemos: es la cifra que baraja –con mucho optimismo– la propia organización, que concentra colectivos como No les votes, Afectados por la Hipoteca, Intermón-Oxfam, Ecologistas en Acción o Anonymous, que ya se hicieron oír en los Goya. Muy probablemente no habrán sido tantos pero solo en Madrid consiguieron atraer a más de 25.000 simpatizantes. Son estimaciones de la Policía Nacional, que no admiten vuelta de hoja.

«Dicho lo cual, yo calculo que llegaron a las 50.000 a nivel nacional, una cantidad muy pero que muy respetable», subraya Ramón Adell Argiles, sociólogo de la UNED y experto en Movilizaciones Sociales. Lleva 35 años asistiendo a manifestaciones con una libreta en el bolsillo –desde antes de la Transición, cuando los ‘grises’ iban a caballo– y hacía tiempo que no veía «tanto cabreo y euforia entre la gente; esto tiene futuro, no se quedará en flor de un día». Así pues, queda claro que no todo eran batucadas, bailongo y bocadillos de chorizo. El 15-M no fue un domingo cualquiera. Veamos por qué.

¿Quiénes gritaron la consigna ‘No somos mercancía en manos de políticos y banqueros’? Pues un poco de todo: jóvenes universitarios, trajadores autónomos que no llegan a fin de mes, padres de familia que han perdido la casa y tienen embargada la cuenta corriente, jubilados con ganas de recordar viejos tiempos o, sencillamente, ciudadanos con un espíritu cívico que les impide quedarse en casa con los brazos cruzados. Gente como Gala Pin, una licenciada en Filosofía por la Universidad Autónoma de Barcelona que se parte el pecho por sacar adelante a sus vecinos de la Barceloneta. «He trabajado como técnico de intervención social en mi barrio, aplicando programas del Ayuntamiento y la Generalitat. Y, de verdad, todo eso lo hacía por auténtica vocación; ahora sigo como miembro de una asociación vecinal. ¿Qué me mueve? Algo tan sencillo como ‘construir presente’. No podemos dejarlo todo en manos de los políticos», explica esta catalana de 30 años, actualmente en paro pero capaz de salir adelante saltando de ‘curro’ en ‘curro’. Su mayor interés es contribuir a despertar «el sentido colectivo de la vida. Si no arrimamos el hombro y ponemos los puntos sobre las ‘íes’, mal andamos».

Precedentes en Islandia y Portugal

Un talante compartido por decenas de miles de ‘indignados’ –muchos con la lectura todavía reciente del librito ‘Indignaos’, del francés Stéphane Hessel–, que tomaron las calles, al rebufo de una serie de acontecimientos que han actuado como fichas de dominó. El ‘órdago’ de Islandia con la nacionalización de los bancos en bancarrota, las protestas estudiantiles en Portugal, las revueltas en el norte de África..., todo esto ha ayudado a propiciar una eclosión en España que, advierte el sociólogo Ramón Adell Argiles, «no afectará a los resultados de las próximas elecciones municipales y autonómicas pero dejará un poso duradero». Esa euforia, que él pudo percibir en la manifestación de Madrid, es la mejor garantía de que se ha tomado carrerilla. «Esto no se va a parar fácilmente; otra cosa es cómo se vaya gestionando y cómo respondan los interpelados. Ya sabe, Gobierno y poder financiero. Pues bien, si todos se cierran en banda, surgirán liderazgos naturales y puede que esto derive en un movimiento político... En fin, todo está por ver. No perdamos la pista». O sea, da la impresión de que la bola de nieve parece imparable...

De momento, las ‘sentadas’ han empezado a proliferar en media España, lo mismo en Madrid, que en Valencia, Gijón o Granada, sin necesidad de levantar acta o pedir permiso a nadie. ¡La espontaneidad al poder! Las decisiones se toman a golpe de ‘ratón’o mandando un ‘sms’. Democracia Real Ya no impulsa directamente las ‘sentadas’ de marras pero sí que las apoya con entusiasmo.

La llamada política 2.0 (propuestas por las redes sociales, ya sean facebook, twitter o blogs) nació el 13 de marzo de 2004, con motivo de los atentados de Al-Qaida en Atocha y la mala gestión del Ejecutivo de la tragedia. Aquello marcó un hito sin vuelta atrás. Las redes sociales se han convertido en una correa de transmisión que mantienen vivas las inquietudes y el profundo malestar de un colectivo –entre 25 a 35 años– que se empeña en ir por libre. De momento.

Los políticos toman nota

Tanto PSOE como PP han tomado buena nota; y más les vale porque son ellos los que están en el punto de mira. Ayer, por cierto, Izquierda Socialista tivo que retirar de su web, alojada en la del PSOE, el manifiesto de Democracia Real Ya por las encendidas protestas en la Red. Una de las ‘bestias negras’ del colectivo es el bipartidismo, como efecto perverso de una ley electoral que «no garantiza un sistema auténticamente representativo». Entre quienes piensan que les favorece se encuentra Izquierda Unida, pero Democracia Real Ya se resiste a pronunciarse a favor o en contra.

Les arrastra «el descreimiento y una desconfianza muy honda» hacia los gestores de la llamada ‘cosa pública’. Tienen un punto libertario que, entre batucada y batucada, se hizo muy notorio el pasado fin de semana. El posible abstencionismo que alientan puede favorecer al PP «pero seguiremos en la brecha, salga quien salga», alerta Toni Parrilla, portavoz valenciano de la plataforma.

Sea como fuere, ellos recalcan el carácter constructivo de su proyecto: «Nuestra función es aglutinar el descontento. No se crean que esto es cosa de jóvenes y nada más», insiste Natalia Muñoz, miembro de la plataforma en Madrid y licenciada en Derecho. Tiene 35 años y esta preparando oposiciones. Vive en casa de sus padres, en la localidad de Tres Cantos, y «ni muchísimo menos» se considera una ‘antisistema’. Ahora está hincando los codos en la biblioteca y se ríe ante las declaraciones de Esperanza Aguirre, que sospecha que el objetivo final es dinamitar las reglas del juego democrático. «Mire, los destrozos que hubo al final de la protesta en Madrid fueron obra de incontrolados... Que todo esto no nos confunda. Los verdaderos ‘antisistema’ son los políticos corruptos y el poder financiero que han hecho posible la crisis. ¡Esos sí que son ‘antisistema’ y ‘antitodo’!».