En manos del gran jurado
La defensa de Strauss-Kahn, que ocupa una celda en Rikers Island, estudia alegar sexo consentido
NUEVA YORK.Actualizado:La suerte del poderoso director del Fondo Monetario Internacional (FMI) está en manos de un gran jurado que, con el máximo secreto, decide en estos días si la Fiscalía tiene suficientes pruebas para condenarle en un tribunal. Dominique Strauss-Kahn escuchará su decisión ante el juez el viernes, de lo que dependerá no solo si tiene que instalarse de forma más permanente en la celda de la prisión de Rikers Island en la que ha sido internado, sino también su futuro al frente de la institución multilateral.
La celda de tres por cuatro dista mucho de la suite de 3.000 dólares (2.110 euros) en la que presuntamente intentó violar a una camarera el sábado pasado. Fuentes de 'The Wall Street Journal' aseguran que el hotel le había dejado la suite con terraza y sala de conferencias por 800 dólares (562 euros), y el FMI ha dejado claro que no se encontraba en Nueva York en viaje de negocios y por tanto pagaba sus propios gastos. La institución dice que negocia tarifas especiales con los hoteles a los que envía a sus ejecutivos, pero la cadena francesa de lujo que eligió Strauss-Kahn no está en su lista. De hecho, la tarifa más alta que paga en Nueva York es de 380 dólares (267 euros), incluyendo impuestos y propinas.
En este hotel, que se precia de ofrecer a sus clientes buffets parisinos, Strauss-Kahn solía degustar ensalada de langosta, un plato muy distinto a la hamburguesa de pavo con puré de patatas que cenó el lunes en la cárcel neoyorquina, conocida por su mala comida. Allí es uno más de los 14.000 reos comunes con los que comparte su tiempo. El sandwich que le trajeron los detectives a su celda de Harlem el domingo por la noche debe parecerle una delicatessen.
Privilegios por su influencia
La Policía de Nueva York empleó con el director del FMI las técnicas conocidas en cualquier serie policiaca. Primero, el altivo político se negó a aceptar la comida y exigió la presencia de un abogado. Al día siguiente, los detectives jugaron a hacer de policía bueno y le trajeron unos huevos revueltos de un restaurante cercano. La comida tuvo su efecto y al atardecer, tranquilizado ya por la presencia de un letrado famoso por sacar de la cárcel a gánsters y asesinos, aceptó voluntariamente someterse a un examen físico.
En Rikers Island no ha tenido esa opción. El examen médico forma parte del protocolo de acceso a la isla de 168 hectáreas situada al sur de Queens, donde le despiertan a las 6 de la mañana para desayunar café aguado. Strauss Kahn, que disfruta de una hora al aire libre en esta primavera lluviosa, todavía goza de algunos privilegios debido a su influyente posición.
En lugar de compartir celda con reclusos comunes tiene una individual con ducha propia en uno de los edificios más pequeños del complejo por el que han pasado desde el asesino de John Lennon, David Chapman, hasta los raperos Lil Wayne y Tupac Shakur o el senador republicano Guy Valella. No es una penitenciaría donde se cumple sentencia sino una cárcel donde se aguarda juicio.
La defensa del socialista francés, que al principio negó que se encontrara en el hotel a la hora de los hechos, baraja en estos días la opción de sexo consentido, algo que no casa bien con el perfil de la víctima. Según su hermano, la guineana de 32 años, madre de una hija, es «una buena musulmana» que ha quedado muy traumatizada por el ataque sexual del que fue objeto. Será el gran jurado el que decida si tiene que contar los tórridos detalles que aún la tienen envuelta en lágrimas delante de un juez.